Dr. Fernando A. Herrera M.- La investigación de los crímenes de los colaboradores de Clara Brugada avanza de forma ejemplar. Da gusto saber que los autores materiales ya fueron identificados, al igual que el funcionario que los coordinó y ayudó, aunque con el cártel que lo ordenó poco o nada podrán hacer.
Aun así, hay mérito, y a reserva de culminar la tarea, es importante señalar que ese tipo de salvajes ejecuciones han sido y son una constante en el país. Por supuesto que los otros miles de víctimas no trabajaban con una Jefa de Gobierno, pero igual eran personas con derecho a la vida.
En la sociedad se valora lo que se hace bien. Sabemos que una golondrina no hará verano, pues sabemos que la seguridad está perdida y la gente vive aterrorizada por la violencia que cobra vidas y nada pasa con esos crímenes impunes porque las fiscalías no sirven.
Ojalá con la Reforma Judicial venga otra reforma en la Procuración de Justicia. Hay esperanzas. Gente como Omar García Harfuch las despierta.
Pero los mexicanos exigimos una bandada de golondrinas, muchas, por todos los buenos augurios que vaticinan.
Triste Realidad
Los gobiernos ya fueron rebasados por la delincuencia organizada. Junto a lo anterior, imponen además a mandos en áreas neurálgicas como seguridad, finanzas y obras públicas.
Esto se da no solo en las administraciones municipales y en las entidades federativas, sino en el mismísimo Gobierno Federal.
Su poder es tal que también eliminan personajes que les estorban, que no siguen sus órdenes o que faltan a los acuerdos tomados con sus jefes.
La indefensión es propiciada por la complicidad de autoridades con quienes financian sus campañas, cosa que ignoran sus colaboradores que no tienen idea de lo que se gasta en una campaña o de dónde salen esos recursos.
Todo ello es lo que configura la definición de “narco estado”, en donde luego de ganar los diferentes puestos, pagan con los contratos para el huachicol, las obras, los puestos de mando policial y un largo etcétera.
Nada es nuevo. Todo viene desde atrás, sin fechas. Sólo que ahora se sabe o antes eran más discretos, aunque igual se hacían.
En el país no hay, en términos generales, ningún orden de gobierno que esté libre de compromisos con algunos de estos grupos. Entonces no hay manera de sentirse a salvo. Nadie lo está.
Y para colmo, la misma autoridad te sataniza por divulgar lo que es obvio a ojos de los ciudadanos, pero no para ellos, porque el dinero ciega y enloquece.
Por eso, porque siempre fue y sigue igual, aunque ahora más bien peor, para 8 de cada 10, la presidente está aprobada. Y es que, por lo menos, reparten las migajas.
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