Inicio LA OTRA NORMALIDAD Reforma o retroceso

Reforma o retroceso

Jorge Quintana.- El presidente de la República envió al Congreso de la Unión su propuesta de reforma al sector eléctrico del país y con esto inicia, como cada semana, un nuevo debate y sobre todo una nueva campaña de publicidad que pretende le beneficie en lo personal y entrega el control de la generación de energía eléctrica a una descentralizada obsoleta, dirigida con bastante ineptitud.

Al mismo tiempo, reta a los priistas a considerar su aprobación a la reforma, en el reto de ser más congruentes con el pasado remoto, el México del siglo pasado, o con el México de finales del siglo XX. Vaya ocurrencia al tratar de comparar dos etapas diferentes, dos Méxicos completamente distintos, dos partidos, dos PRIs diferentes.

De un plumazo, después de su propuesta fallida de reforma energética, que fracasó por su inconstitucionalidad, propuesta hecha sobre las rodillas, a bote pronto, por la incapacidad manifiesta de quienes se supone trabajan en la Secretaría de Energía, ahora a desaparecer cualquier señal de participación del sector privado en la generación de energía.

Poco a poco el presidente quiere desaparecer cualquier vestigio de aparente oligarquía y regresar al control absoluto por el Estado del sector económico, así logrará el monopolio de la actividad energética a la CFE, que hasta hoy sigue demostrando su incapacidad y obsolescencia, tanto en su administración como en la prestación del servicio.

Lo mismo que en PEMEX, inyectar dinero a carretadas, dinero del pueblo, para seguir derrumbándose su credibilidad y sobre todo su competitividad internacional.

A este paso, los recursos económicos públicos, cada vez más exiguos, terminarán con la quiebra económica y financiera del gobierno mexicano, y los apoyos a los pobres, serán también, poco a poco, menos, hasta que al final del sexenio, escuchemos la frase lapidaria de López Portillo: nos han saqueado.

Es evidente que al presiente no le gustan las instituciones, las aborrece, porque significan un contrapeso a la dictadura, ya lo había señalado, a la chin… las instituciones.

Ahora arremete contra las universidades públicas, que han formado a la mayoría de los integrantes de la clase media, que pertenecen a ella porque su educación universitaria les proveyó de las capacidades profesionales y personales para poder transformar su vida y ascender en la escala social, les permitió su movilidad económica y social. 

Quizá el paso del presidente por la universidad le marcó para siempre por su bajo rendimiento académico y fue postergando su titulación por más de catorce años, eso es la expresión de su frustración contra la universidad pública.

Por eso crea en su administración del DF la Universidad de la Ciudad de México, que se destaca por el bajo nivel de titulación de sus egresados, el más bajo a nivel nacional.

Así pues, las instituciones educativas y científicas serán cada día más perseguidas y estigmatizadas en lo que resta del sexenio, fruto de la escasa formación intelectual del presidente y de quienes le sirven de vasallos en el gabinete federal.

Esperemos que los legisladores, que quienes integran el Congreso de la Unión, recuerden su deber de respeto a las instituciones y a la ley y cumplan a cabalidad con el pueblo legándole su trabajo legislativo a sus descendientes, para que puedan ir con orgullo por la vida y no avergonzados por la triste trayectoria de sus padres.

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