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Penas y glorias del metro de la Ciudad de México

Marcos Barraza Urquidi.- En las décadas de los cincuentas y sesentas, tanto la Facultad de Ingeniería como la de Arquitectura tuvieron un reconocimiento mundial por la calidad de sus maestros y egresados. Destacan en Arquitectura la figura de Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto de talla internacional y Nabor Carrillo, doctorado en Harvard en mecánica de suelos.

Hay que recordar que la Ciudad de México está en un lago que se fue rellenando con lo que se tenía a la mano y en diferentes tiempos, además de estar en una zona sísmica muy activa, esto representa un reto importante para la construcción, un reto que llevó a desarrollar nuevas técnicas de cimentación y construcción.

En 1947 un grupo de jóvenes ingenieros egresados de la UNAM, fundaron una empresa de construcción que empezó a destacar, con Bernardo Quintana al frente, Borja y Pescador en relaciones públicas consiguen importantes contratos que los llevarían a ser la empresa más grande de Latinoamérica.

En 1958 Bernardo Quintana le presenta al regente de “Hierro”, Ernesto Uruchurtu, el proyecto de un tren metropolitano. Uruchurtu lo rechaza por lo elevado del costo y convence a López Mateos de que mejor inviertan en ampliar la vialidad.

El proyecto duerme un sexenio y es presentado a Díaz Ordaz; sin embargo, de nuevo se rechaza por la falta de financiamiento, al parecer México había roto relaciones con el Banco Mundial, pero aparece la anécdota: María Félix convence a su esposo Alex Berger de que hable con el presidente Charles de Gaulle para que financien el proyecto, la ICA haría la obra civil y los franceses la obra electromecánica.

La obra presentó retos importantes donde salió adelante la gran ingeniería mexicana que se tenía en aquel tiempo: el alto nivel freático inundaba los túneles, las construcciones prehispánicas aparecían por todos lados, las redes hidráulicas de la ciudad eran un desorden, así como las instalaciones eléctricas y telefónicas subterráneas.

Nunca sabías cuándo te ibas a topar con un tubo o con una pirámide, aun así la obra se terminó con elogios internacionales, se consideró el metro más moderno del mundo en ese momento y solo superado en belleza por el de Moscú.

En la parte electromecánica también hubo destellos de grandeza de la ingeniería mexicana como el freno regenerativo. Arrancó de maravilla el metro mexicano, pero siempre hay un pero: cuando las cosas son difíciles los políticos usan a los especialistas, cuando toman confianza corren a los especialistas y llaman al compadre para hacer sus “bisnes” y eso pasó en el metro de la Ciudad de México.

Al llegar al poder Echeverría y sus funcionarios rojos, se empezó a romper el severo protocolo francés de mantenimiento y seis años después tuvieron el primer accidente en la línea Taxqueña, cerca de la estación Viaducto, con un saldo trágico de 31 muertos y 70 heridos. Fallaron los 3 sistemas que evitaban las colisiones, el anillo de muerto que para el tren de inmediato cuando falta el conductor, los circuitos de vía que controlan el tráfico y el puesto central de control.

Como siempre, la izquierda nunca reconoce errores y clamó “jue un compló”, difundieron el borrego de que había sido un sabotaje, un maestro universitario que trabajaba en el metro nos comentaba que el sistema de pilotaje automático no se había instalado, que los circuitos de vía no tenían mantenimiento y que los conductores truqueaban el anillo de muerto para no tenerlo levantado todo momento con la mano.

Aquella terrible experiencia hizo que el gobierno tomara en serio las cosas, se instaló el pilotaje automático y se reanudó el mantenimiento preventivo; al entrar de nuevo la izquierda radical al control de la Ciudad de México con Cárdenas regresó el deterioro del metro, los buenos ingenieros fueron reemplazados por militantes de izquierda, unos nefastos y otros más o menos capaces.

En el 2006 gana de nuevo la izquierda, por extrañas y conocidas razones difícilmente la izquierda deja el poder, el candidato electo Marcelo Ebrard anuncia la construcción de la línea 12. “¡Cuates vénganse!, aquí hay lana, no importa que no sepas, es solo un trenecito, tráite al maistro Jeremías, él es muy bueno para pegar ladrillos, ¡ah! y también al “toques” para que conecte los cables, creo que los trenes son eléctricos”.

Desde el inicio la obra fue un desastre, todos querían meter sus empresas, no se cumplían las especificaciones ni tiempos, solo el discurso era impecable y triunfalista. “Los pobres tendrían su sistema de transporte moderno y eficiente”, “favoreceremos a las clases más marginadas de la ciudad”

Los costos se fueron al cielo y la calidad al piso, el presupuesto era de 17,500 millones y se gastaron 24,000; apareció en esta obra el contratista preferido de la política, sí, aquel al que Salinas le regaló Telmex y Obrador edificios en el Centro de la Ciudad de México, nada menos que el “honorable” Carlos Slim junto con la ICA que tenía la experiencia y Alstom que algo sabe de hacer trenes.

En estos nueve años de vida la línea ha estado sometida a fallos, paros, cierres, deterioros y reparaciones, al año y medio de inaugurada tuvo que ser cerrada por las múltiples fallas de construcción.

Entre los grandes errores que se cometieron figuran la compra de trenes diferentes para los que se había construido la línea, concretamente el sistema motriz era para vías de mayor curvatura y compraron otros con menos que ejercían presiones laterales que destruyen las vías en las curvas, en una junta administrativa se cambiaron los neumáticos por ruedas de metal etc. Fue el descontrol total.

Con la nueva administración de Morena la rapiña tomó proporciones inusitadas, gran parte de los dineros de mantenimiento se fueron a la bolsa de Obrador, mejor conocida como partida secreta y se olvidó el mantenimiento. ¡Vaya ni siquiera pusieron un director de mantenimiento! La doña que sabe mucho de grilla y nada del Metro, se autonombró directora de mantenimiento. Si sabes comprar votos, ¿Qué tan difícil puede ser manejar el Sistema de Transporte Colectivo?  

Este lunes 3 de mayo una de las trabes de la línea 12 del metro se derrumbó matando 26 personas y dejando heridas a 70 más y la izquierdosa Claudia Sheinbaum lo califica como incidente que se va a investigar. Las muertes de seres humanos son “incidentes” para esta señora. Marcelo Ebrard se autoalaba y con gran cinismo afirma: “El que actúa con integridad no debe temer a nada”.

¿Cuándo ha actuado este tipo con integridad? No teme a nada, no porque sea íntegro, sino por las redes de complicidad de este gobierno izquierdoso en el que todas las fechorías de sus funcionarios y aliados del crimen organizado son perdonadas y liberados.

Conociendo a este gobierno es predecible que con los muertos entierren también las demandas de las familias que reclaman justicia, este es el gobierno que no controla, que se perpetuará con la dictadura más feroz que haya experimentado México.

Nuestra última oportunidad es este junio, si no vamos a las urnas todo estará perdido.

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