Senador Cruz Pérez Cuéllar.- Las situaciones más complicadas, las de crisis, las que entorpecen nuestro entorno, siempre, en todos los momentos de la historia y en todos lados, siempre sacan lo mejor y lo peor de nosotros. La que vivimos actualmente, a raíz de la pandemia, no es la excepción.
Es un orgullo saber que existen hombres y mujeres muy cerca de nosotros, que están dispuestos a todo, que arriesgan sus vidas para que otros las conservemos, que exponen lo más sagrado para ellos, que son sus padres, sus hijos, su vida, para que nosotros tengamos a salvo a los nuestros, para que el día de mañana cuandoesto acabe podamos continuar con nuestro trabajo, nuestra carrera, con el proyecto emprendido, con todos nuestros sueños, a cambio de los de ellos.
Me refiero naturalmente a los médicos y a todo el personal de hospitales, clínicas, centros médicos, que están ahí al pie del cañón, mientras que la mayoría se resguarda en sus casas para salvar su propia integridad y la de los suyos, pero también para evitar ser un vehículo de contagio.
Hago referencia a los doctores, a los enfermeros, a los técnicos, a los de intendencia que tienen la delicada tarea de mantener limpios y desinfectados los espacios donde estuvieron víctimas del virus mortífero, o donde lo estarán después, tratando con cada aspersión, con cada trapazo o atomización, que nadie se infecte.
Son ellos los que llevan la pesada carga de estar pendientes de la salud de otros, de buscar la solución para salvar vidas, ahí está el contador diario de infectados, de fallecidos por el coronavirus, pero también de aquellos que pudieron revertir los efectos, que con la ayuda del personal médico de las instituciones públicas y privadas han podido meterle reversa al contador.
Hasta hace unos días se contabilizaban en Chihuahua 24 casos de personas que recuperaron la salud, de los cuales 17 radican en Ciudad Juárez, tras habérseles detectado el virus, luego de un tratamiento intenso y de medidas extraordinarias.
El dato anterior debe celebrarse, porque si bien la buena disposición de los pacientes así como las condiciones físicas de los mismos es fundamental para la recuperación, tampoco ésta se presenta como por arte de magia sino que requiere de cuidados extremos, que están tomando los médicos especializados, auxiliares y todo el personal de apoyo de los nosocomios, principalmente los que están a cargo de los distintos órdenes de gobierno.
Plausible es que en Chihuahua se tengan resultados de contención del virus, de recuperación total o parcial, de un avance significativo, gracias a la labor de estos héroes, quienes lo están logrando a pesar del sueldo bajo, de la falta de insumos para atender el problema, de falta de personal suficiente, a pesar de muchas carencias lo están logrando y eso les vale un reconocimiento doble.
Es que hay en ellos una generosidad que sobrepasa el altruismo convencional, el celo profesional o la mera benevolencia humana, hablamos de una caridad mayor revestida de valentía, que los hace sacrificar sus propios intereses, incluso a sus propias familias. Eso los hace grandes y dignos de respeto, porque ya no hablamos de simples personas sino de mujeres y hombres que se quitan la camiseta para ponérsela a otro, verdaderos héroes, aunque se escuche trillado.
Para muchos este reconocimiento es justo y necesario hacerlo, cuantas veces sea posible, pero para otras personas aunque conscientes de la situación, piensan y actúan sin hacer la debida reflexión.
Ahí está el caso del enfermero de Hermosillo, Iván Portillo, ocurrido hace apenas unos días, que fue corrido por la dueña del departamento donde vivía por temor a que la contagiara a ella o a su familia, dejándolo en la calle. Vale decir que fueron empresarios sonorenses quienes reunieron apoyo para conseguirle un buen lugar donde alojarse, pero antes de ello, el joven enfermero tuvo que padecer la pena de andar vagando por la actitud cerrada de la arrendadora.
Un caso parecido, aunque más agresivo, fue el registrado a principios de abril pasado en Nayarit, donde otra trabajadora del sector salud, identificada como Melody, fue expulsada de su propia casa y amenazada por los pobladores de su comunidad para no tener que enfrentar la amenaza del contagio.
Qué locura, quién puede tener esos desplantes, cuando ellos están haciendo lo que nosotros no podemos o no queremos hacer en contra de la pandemia y lo que ello representa. Alguien dirá: “pero para eso se les paga”. Pues la verdad es que una gran parte de la población, por no decir que la mayoría, ni pagándoles harían lo que ellos hacen y menos por la percepción económica que tienen.
Ahí está el caso de la doctora que salió a pasear con su perro y le arrojaron, lo que parece ser cloro en la cara y cuerpo, por sujetos inconscientes de la labor que ella realiza.
Aunque en Chihuahua son menos los casos de ataques a los médicos y personal que trabaja en clínicas y hospitales, o no tan notables como los que se han ventilado en otras partes del país, creo que debemos insistir en el apoyo que se les debe brindar, en evitar y denunciar cuanto ataque o discriminación sufran ellos, porque prácticamente están dando la vida por nosotros, creo que debemos apoyarlos más.
Supimos por las redes sociales que en algún restaurante y en algún centro comercial habían sido discriminados trabajadores del sector salud, por temor a que sean portadores del virus y los pudieran contagiar. Es suficiente muestra para alzar la voz y pedir a toda la ciudadanía que muestre su solidaridad, en último de los casos que dé su apoyo moral si no hay manera de ayudarlos materialmente, para que ellos se sientan respaldados y realicen mejor su trabajo.
Es mezquina la visión de quienes únicamente ven su seguridad pero no les importa la de ellos, algunos de los cuales han tenido que aislarse para proteger a los suyos o inclusive se han infectado, pero siempre por querer ayudar a los demás.
Todos estamos propensos a contagiarnos, todos podemos ser víctimas de este virus mortal, pero también todos podemos ayudarnos, algunos con las donaciones o aportaciones que se requieren para enfrentar la amenaza, otros simplemente quedándose en casa, para no ser presa del virus y evitar con ello la propagación, y claro está, para protegerse a sí mismos y a sus familias. Otros deberemos seguir aportando, en la medida de nuestras posibilidades apoyos, gestiones, hasta que la contingencia haya terminado.
Aprovecho el espacio para informar de nuestro granito de arena, que hemos puesto recientemente a este mismo respecto. En esta semana entregamos despensas a familias de escasos recursos en Valle de Allende, con el apoyo de la asociación civil “Juntos Podemos”, para contribuir un poco a este clima tan adverso.
En Balleza entregamos algunos insumos médicos al centro de salud de aquel municipio, principalmente para hacerle frente a la contingencia sanitaria; y también en la capital entregamos despensas para los trabajadores de bares y cantinas de la ciudad, quienes han dejado de percibir un sueldo que se compone principalmente por las propinas que les dan los clientes.
Estoy consciente de que no podemos apoyar a todos, pero todos podemos ayudar a alguien.
Sugerencias y comentarios favor de hacérmelos llegar a mi correo:
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