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Navidad en tiempos de COVID-19

Aída María Holguín Baeza.- Navidad se refiere al tiempo comprendido entre Nochebuena y el Día de Reyes; es decir, al periodo en el que la comunidad cristiana conmemora y celebra la Natividad de Jesús hasta su Epifanía ante los Magos de Oriente.

Cristianos o no (en el sentido religioso), la Navidad abarca 14 días que sirven -o deberían servir- para acercarnos más a lo espiritual. Entonces, en tiempos de Covid-19, la Navidad debe servir para rescatar o reconstruir la necesaria espiritualidad que las circunstancias demandan.

Y es que considerando que la espiritualidad se refiere a los principios o actitudes que configuran la parte inmaterial del ser humano y que no tiene que ver solo con los sentimientos sino también con la inteligencia y el raciocinio, queda claro que esta Navidad hay que quedarse en casa y evitar todo tipo de reuniones porque, como bien lo dijo Henrik Ibsen, estamos vísperas de Navidad y de usted depende que le traiga alegrías o penas.

Si bien lo dicho por el dramaturgo noruego no es una especie de advertencia relacionada con alguna epidemia o pandemia, pareciera una premonición de lo que puede suceder si durante la Navidad dejamos de acatar -en lo individual o en lo colectivo- las medidas preventivas o restrictivas.

El asunto es que una vez más hemos llegado a esa época profundamente religiosa que muchos celebran yendo a los centros comerciales -decía Dave Barry-, importándoles muy poco la esencia de la Navidad y la ética cristiana. Así, a pesar de los riesgos de contagio, han abarrotado los zonas o centros comerciales porque el consumismo los controla; como si la Navidad se tratara de comprar “a lo loco” y no de procurar y cuidar el bien común.

Claro que también llegamos a esa época en la que las reuniones familiares y sociales son comunes y, porqué no decirlo, necesarias; el detalle es que en tiempos de Covid-19 no debe ser así por varios motivos. Entre ellos, porque hay evidencias contundentes de que estos encuentros representan el mayor riesgo de propagación de la enfermedad. De ahí la relevancia de un pensamiento que ha circulado a través de las redes sociales: Más vale perder una Navidad en tu vida, que perder tu vida en una Navidad.

En ese particular escenario es que resulta necesario saber o recordar que el periodo de incubación del SARS-CoV-2 varía entre 1 y 14 días; es decir, causalmente el mismo número de días que comprende la Navidad (de Nochebuena al Día de Reyes). Entonces, lo que la época navideña debería significar, podría cambiar de manera adversa y radical; por eso es mejor tomar literalmente lo dicho -palabras más, palabras menos- por Garry Moore: la Navidad es el momento de estar en casa tanto en corazón como en cuerpo.

En esta ocasión, concluyo parafraseando lo dicho alguna vez por el periodista escocés B. C. Forbes: La Navidad es un tónico para el alma y puede serlo para el mundo porque debe movernos a pensar en los demás más que en nosotros mismos. En tiempos de Covid-19, dirijamos nuestros pensamientos y acciones a cuidarnos y a cuidar a los demás.

laecita@gmail.com

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