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Jesús anuncia la prueba de fe en los suyos

“Y después de haberlo azotado, lo matarán y al tercer día resucitará”. (Lc18, 3)

Antonio Fernández.- Para salvación de la humanidad Dios obra para entregar los bienes que conduzcan a la inmensa cantidad de almas a la puerta de la gloria eterna, su Amado Hijo cumple la misión en el mundo de venir a realizar su obra desde la Encarnación, nacimiento, vida pública y en su muerte de Cruz obtiene la redención de la humanidad, triunfo de la Resurrección del Señor.

Para llegar a cada paso en su peregrinar fue cumpliendo lo escrito en los vaticinios proféticos. Como todo principio tiene un fin, Nuestro Señor empezó a preparar esto último anunciando por tres ocasiones el momento de su pasión y muerte a sus discípulos que el Evangelio da a conocer.

Reza el primero: “Comenzó entonces, a enseñarles que era necesario que el Hijo del hombre sufriese mucho; que fuese reprobado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y por los escribas; que le fuese quitada la vida, y que, tres días después, resucitase”. Los discípulos no esperaban escuchar al Señor decirles que morirá.

Luego vino el segundo: “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas, y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día”. Volvieron a escuchar la separación por la muerte que caló en sus sentimientos dolor de perder a su Señor.

Pasamos al tercer y último anunció donde Jesucristo Nuestro Señor predice de nueva cuenta su Pasión: “Tomando consigo a los doce, les dijo: He aquí que subimos a Jerusalén y todo lo que ha sido escrito por los profetas se va a cumplir para el hijo del hombre”.

Hasta este instante en que caminan era normal en sus discípulos, creyendo que aprovecharía instruirlos, pero vino lo que para el Señor es vital, anunciar a sus discípulos la prueba de fe al escucharlo: “Él será entregado a los gentiles, se burlarán de Él, lo ultrajarán, escupirán sobre Él”.

“Entregado”, dijo el Señor y reafirma Santo Tomás; “El significado del Salmo pronunciado por Jesús en la Cruz, es decir, el abandono de Jesús en manos de sus verdugos, no significa que el Padre lo hubiese abandonado espiritualmente, puesto que Jesús nos hizo saber que el Padre siempre está con Él”.

Continuando con el evangelista: “y después de haberlo azotado, lo matarán y al tercer día resucitará. Pero ellos no entendieron ninguna de estas cosas; este asunto estaba escondido para ellos, y no conocieron de qué hablaba”.

Ahondando en el misterio que Jesucristo Nuestro Señor reveló a los siglos, está que el pueblo de Israel esperaba al Mesías triunfal y exitoso anunciado por los profetas, cuya intención era que les diera el poder del mundo, pero el misterio del Cristo doliente estaba oculto aún para las almas escogidas. Por ello causó confusión, turbación y consternación en sus discípulos ante la Cruz,

Además, observamos que en las tres ocasiones el Señor dejó claramente señalado que al tercer día resucitaría, con lo cual adelanta lo que es su triunfo, pero los discípulos no lo percibieron, lo pasaron por alto. Eso nos enseña que al escuchar la palabra de Dios habremos de poner atención en ella, se logrará por la gracia y se atenderá cada punto que el Señor deposita en el corazón.

De ello una de las tantas lecciones que el Señor imparte es creer en su palabra y acogerse a ella, sea cual fuera lo que a nuestra vista parezca imposible, grave o punto de sentirse perdido, no dejarse llevar por el desconcierto de la situación creyendo que todo está perdido. Es difícil decirlo, pero fácil por la fe creer que Dios pone en todo momento pruebas para conocer si somos o no fieles a Él.

Por ello, cuando anuncia la prueba de fe en sus discípulos, no valoraron que Dios ha puesto en ellos una prueba porque a ese momento su fe, todavía débil y frágil, no vislumbra la razón de su palabra, esto mismo pasa en quien careciendo de fe pide ayuda a Dios y hasta la exige.

Por esa razón las cosas no se dan y cree que escandalizando a otros, Dios Nuestro Señor modificará lo que pide. ¡Gran equivocación! La fe hará ver con paciencia que Dios todo lo puede y nosotros sus hijos recibiremos de Él lo necesario para nuestra salvación.

Después de este último anuncio de su muerte Nuestro Señor toma camino, seguido por sus discípulos y una muchedumbre llegan a la entrada de la ciudad de Jericó, donde pasan y se detienen los peregrinos que van a Jerusalén. En este movimiento de personas, no es de dudar que habría gente pidiendo limosna, entre ellos rondarían los ciegos que en esos tiempos eran bastantes.

Entrando en el hecho del Evangelio, reza el evangelista: “Cuando iba aproximándose a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino y mendigaba”. ¿Qué significación tiene este versículo?

San Gregorio la expone: “Este ciego puede considerarse como el tipo de hombre que no tiene la luz de la verdad; a quien, si quiere lograrla, es preciso antes que conozca la miserable ceguera del espíritu y desee sanar de ella”.

“Oyendo que pasaba mucha gente, preguntó qué era eso y le dijeron: Jesús el Nazareno pasa. Y clamó diciendo: ¡Jesús Hijo de David, apiádate de mí!”

Apreciamos la confusión de un ciego a quien de pronto los murmullos y el paso de la gente hablando, por más atención que ponía, no lograba descifrar lo que decían, y vemos que para salir de ella pregunta y recibe respuesta.

Así es nuestra vida confusa y enredada por nuestros pecados y cuando nos decidimos a aceptar el látigo de la conciencia preguntamos: ¿Cómo saldré de todo esto? Y la respuesta es: ¡Ve a Cristo Nuestro Señor en la Eucaristía!

Y así el anuncio de Jesús prueba de fe en los discípulos, será también en cada uno gozo de decir a la pregunta del Señor: “¿Qué deseas que te haga?” Responder como el ciego de Jericó: “¡Señor, que reciba yo la vista!”

Esa vista es ver y palpar la gloria eterna, a lo que ese deseo visto a lo profundo del corazón expresará el Señor la sentencia de salvación, como lo fue el ciego: “Recíbela, tu, fe te ha salvado”.

hefelira@yahoo.com

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