Jorge Quintana.- Ahora es cuando la juventud debe tomar la determinación de apoyar y apoyarse, de tomar el papel protagónico en la definición del presente y futuro de su municipio y su ciudad, no podemos seguir postergando su legítimo derecho, porque estaremos condenados al fracaso, como sociedad y como comunidad.
El siniestro es más claro, más grande y cada día absorbe más jóvenes y niños, me refiero al impacto creciente de la drogadicción, de las adicciones y de la delincuencia, es evidente que la ausencia de una política nacional en Juárez, sobre el particular, está minando a los seres más valiosos para nuestra sociedad.
Las organizaciones de la sociedad civil que están enfrentando el fenómeno y ayudando a familias y jóvenes, están haciendo su mejor esfuerzo por ellos y ellas, y la respuesta oficial es pobre y en los más de los casos inexistente, porque no hay voluntad de ayudar, solo se presume la entrega de becas, pero sin que se muestren evidencias de mejora, de cambio positivo, simplemente no se evalúa, porque la finalidad no es combatir la pobreza, los datos de CONEVAL lo demuestran, está creciendo la pobreza en todo el territorio nacional, en Juárez, casi un tercio de la población vive en situación de pobreza y los jóvenes son presa fácil para ser reclutados y reclutadas por la delincuencia, las adicciones y la marginación.
¿Hasta cuándo vamos a reaccionar? Hasta cuando veremos respuestas sensatas, eficientes, congruentes, del ámbito oficial en el combate frontal a uno de los más grandes flagelos que están mermando las capacidades de nuestra juventud?
Si sumamos a esta crisis social, la educativa y la sanitaria, en poco tiempo estaremos sumidos en la destrucción de lo poco que nos queda del tejido social.
La juventud no debe ser la que pague los costos de una política desorientada y francamente electorera de los gobiernos, sin importar su color o ideología, si se le puede llamar ideología al empecinamiento de una persona que cree que quienes no están de acuerdo con él, están en su contra.
Vamos a empeñarnos todos en entregarle a la juventud la confianza que merecen para poder construir un presente digno y un futuro de esperanza para todos.
La falta de evaluación de cualquier estrategia, por nimia que esta sea, solo está asegurando el fracaso de la misma, por buena que sea y por buenas que sean las intenciones.
¿Qué vamos a responderle a los jóvenes cuando pregunten por su destino? Por la responsabilidad de quienes tuvimos en nuestras manos la construcción de la seguridad y la certidumbre de sus vidas?
Hoy es por eso, urgente establecer compromisos serios, acordes con sus necesidades y expectativas, no podemos seguir frustrando vidas promisorias, por afanes protagónicos y mesianismos estériles.
Es momento del relevo generacional con fortaleza y constancia, con la adecuada prudencia y la guía fundamental de la experiencia, la que hemos adquirido los adultos en el devenir de nuestras vidas, para no repetir los mismos errores, para que el aprendizaje sea la herramienta que sirva para la trasformación positiva de la vida cotidiana, de la realidad distinta y generosa para todos los habitantes de esta tierra generosa.
Es momento de los jóvenes, ellos y ellas nos mostraran la forma de triunfar como sociedad.