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El lado oscuro que vivimos

Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca.- Gracias a la alta tecnología e inmediatez sobre noticias y conductas de todo tipo que se suben a las redes, nos enteramos de todo lo que sucede en La Tierra.

Ante todo podemos apreciar el gran desequilibrio que gira alrededor del mundo principalmente por los malos gobiernos que atentan contra los valores fundamentales para el bienestar, sobre todo el de la honestidad y ejerciendo el poder para ser poderosos retroalimentando el ego y autoritarismo personal y de sus familiares, lejos de servir a sus comunidades.

Así nos acostumbramos a vivir. Estuvimos bajo el mando de personajes cínicos, aberrantes y soberbios que durante décadas nos han engañado y mal educado, utilizando los recursos para entretenernos con futbol, con programas que atrofian los sentidos, así como programas en vivo que no aportan al conocimiento y la salud. Durante décadas nos hicieron creer en sus campañas y mensajes publicitarios que contrastaban con la realidad social.

Vale la pena analizar el daño que hemos ocasionado a nuestra niñez tan hermosa y desamparada a la vez, porque están frente a las adicciones del alcoholismo y las drogas como fáciles presas que atraparán a esos millones de seres humanos indefensos. Los principales portadores de las enfermedades perversas de las adicciones son en la mayoría de los casos sus propios padres y familiares.

Veamos cómo crecemos en nuestras comunidades sociales. Somos adictos por herencia incluso a festejar todo lo que hacemos con bebidas embriagantes para empezar, y nos vamos alejando de los principios y valores religiosos y morales inculcados por la Iglesia y la escuela. La educación desde 1982 comenzó a decaer considerablemente, al grado que en la actualidad hemos dejado de lado el amor a la patria y a la familia.

Sin entrar en detalles sobre religión, lo cierto es que las que son cristianas pregonan por una vida ordenada, espiritual y generosa con los demás. Utiliza como principio básico la armonía familiar en oración y comunión con Dios. La familia la distingue como el eje principal de la sociedad y la bendición son los hijos que procreamos con amor de nuestra pareja que hemos elegido de por vida.

La educación nos mostraba a la patria como la nación que debemos defender a costa de nuestra propia vida, salvaguardando los principios de libertad, de justicia y ejerciendo el poder el pueblo soberano que democráticamente establece su forma de gobierno. Nos enseñaron a entonar el himno nacional y a recitar el juramento a la bandera, analizando el contenido de lo que significan sus letras.

¿Cuándo nos descuidamos tanto como para tener lo que tenemos como sociedad llena de criminales sin compasión? La familia actual llena de complejos y adicciones de sustancias que despersonalizan al ser humano, así como el enorme descuido de nuestras niñas y niños vulnerables para transformarlos en zombies. Los pequeños sicarios que fueron entrenados para matar, sin conocer el amor de sus padres, menos para ser empáticos con los demás.

En cuarenta años México se cayó al abismo de la corrupción y se encuentra infestado de niñas y niños delincuentes, sin importar su condición social. Están en todas partes y detrás de ellos están los padres, familiares y allegados.

La educación ya dejó de ser importante porque dejan más el lavado de dinero y la venta de licor, estupefacientes, productos médicos controlados y sustancias químicas que destrozan las neuronas, que estudiar y trabajar honestamente.

La Iglesia se perdió entre los corruptos y pocos misioneros realizan con amor su labor de predicar con el ejemplo la fe en Dios. Así es como se aprovechan los enemigos de la Iglesia para desprestigiarla, utilizando infinidad de recursos para envenenar y comprar conciencias. Ya nadie cree en la maldad, pues el lado oscuro es parte de la vida cotidiana y los jóvenes son atraídos con facilidad, pues ya todo lo que era considerado como malo ya no lo es.

Por eso es muy difícil ir contracorriente. Es muy común vernos separados como mexicanos y ser enemigos. La realidad está visible al salir de la casa enrejada, el fraccionamiento cerrado, los lugares públicos vigilados con guardias y cámaras, las calles llenas de policías y el temor de toparnos con un armado con uniforme o sin uniforme. Los gobernantes y políticos con guardias de seguridad armados hasta los dientes, cuya prepotencia sobrepasa los límites de la tolerancia ciudadana.

Claro que no todo está negro como los hoyos del universo que también existen. Pero si no atendemos oportunamente atacar nuestros errores del pasado seguiremos cayendo más al abismo. La solución no está en atacar a los demás, ni criticar al presidente todos los días, ni estar rezando, si con nuestro ejemplo no predicamos el amor al prójimo.

Tan sencillo y tan difícil hacer lo que Jesucristo vino a difundir en el mundo y que le costó la vida porque no se inclinó ante el poder y la soberbia.

Abogado@hectormolinar.com