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CÓRDOBA MEXICANA

Barrera de Sol

Por Manolo de la Laguna .- Escribir de Córdoba, España, es recordar a la ciudad Califal; es recordar a Abd al-Rahman I y su hermosa Mezquita de los 1000 arcos 1000; de su puente romano por donde pasan perezosas, las aguas del Guadalquivir; su torre Calahorra y desde luego, en el aspecto taurino, a los cinco “Califas del Toreo”, a quienes en varias ocasiones, en esta columna BARRERA DE SOL, ya hemos hecho del conocimiento de los amigos y amigas aficionados.

Eso al otro “lao” del charco, “de’ste lao”, no se cantan mal las sevillanas, las seguirillas, porque en esta hermosa tierra Azteca y Mestiza, también tenemos nuestra preciosa ciudad de Córdoba, Veracruz, donde para sorpresa nuestra, también tenemos, entre comillas, un Califa, único e indivisible, el cual descubrimos en nuestros viejos libros, porque el nombre de este esteta de la torería mexica, no es conocido por “naide” o recordado por la afición.

Ocioso escribir que nuestro personaje nació en la Córdoba mexicana, la tierra de Los Treinta Caballeros, pero hay que señalarlo; casi no hay datos al respecto de este “Califa”, aunque en México, únicamente haya habido Indios Emperadores, pero en sentido “figurao”, creo que es válida nuestra apreciación y si no, “pos” triste su calavera, aunque siendo honestos, vale la pena que tú lectora (or), nos sigas leyendo para que en esta época de encierro domiciliario, te entretengas en algo que valga la pena. ¡Ah jijo!.

Este arlequín de seda y oro, un buen día tomó la alternativa y fue el 30 de octubre de 1966 en la plaza de toros de Misantla, “Veracrú”, en un mano a mano con Joselito Torres que, como comprenderán, fue su padrino, siendo el encierro de Ajuluapan; ¿cómo estuvo la corrida o la actuación de los diestros?, no se consigna en la crónica de la época y si a eso le agregamos la corta vida taurina del cordobés azteca, mejor así nos quedamos.

Mas como lo bien “toriao” es lo bien “arrematao”, tenemos que escribirles el nombre de nuestro torero que de repente desapareció de los ruedos y en honor a la verdad, con toda la edad que llevamos sobre los lomos, no nos acordábamos de José Gutiérrez, “Manolo de Córdoba”. Después les escribiremos del chihuahuense Manolo Torres (q.e.p.d.), padre de nuestro amigo Carlitos, ambos amigos entrañables. ¡0lé!. Vale.

 

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