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Cables de alta tensión

Raúl Ruiz.- El tiro persiste. Ninguno de los dos poderes le baja de espuma a sus cervezas. El presidente Andrés Manuel López Obrador estará en esta ciudad fronteriza el próximo viernes 2 de octubre, y en respuesta a la descortesía iniciada por el gobernador Javier Corral contra el delegado federal, Juan Carlos Loera De la Rosa; ahora el que no es invitado a la entrega de ciertas obras en Ciudad Juárez, es el gobernador.

En una primera apreciación, me parece que se rompe un protocolo tradicional en el que, todas las autoridades civiles y militares de una entidad, deben estar presentes, cuando hay una visita presidencial. Podría llamarse… Prudencia política. Un toque diplomático para limar asperezas. Pero lo cierto es que, no sirven de nada la bola de inútiles funcionarios que fungen como cauda o rabadela del patrón. Así que su presencia no tiene sentido.

Corral le envía una carta al presidente, en la que le acepta finalmente que detrás de la conflictiva del agua, ha habido intereses políticos, Y que, inclusive han medrado con el tema tan sensible como lo es el problema del agua. Ahí le entrega bajo un lienzo de terciopelo las cabezas de los políticos AGITADORES y los nogaleros.

Escribe: “Es cierto que en la conflictiva concurren diversos intereses, y que hay quienes han aprovechado un tema tan sensible para medrar políticamente…” Pero luego le da una serie de recomendaciones, para resolver la situación. Sin ápice de tacto.

O sea, que le quiere enseñar a enlatar chiles al señor Del Monte. Para luego hacer declaraciones a la prensa como ésta: “Conmigo el presidente topa en pared”. ¡Fanfarrón!

Francamente, así no, Javier, ¡Así no! ¿Usted qué consideraría apropiado? ¿Que el presidente bajara un poco la guardia y caballerosamente acercara al gobernador Corral a la entrega de obras federales para Juárez? ¿O que viniera a hacer su trabajo sin la presencia del gobernante estatal?

En el primer caso, conociendo el temperamento de Corral y sus reacciones intolerantes, capaz que aprovecha el foro para descomponerle el programa y buscar los reflectores nacionales para “demostrar” que tiene muchos pantalones para retar al presidente en su propia cara.

Esto se pone sabroso.