Aída María Holguín Baeza.- Cada 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer, invita a reflexionar sobre los avances alcanzados, las luchas que persisten y los retos que aún enfrentan las mujeres en todo el mundo.
En el caso de México, el 8M adquiere especial relevancia al recordarnos tanto el largo camino recorrido en la lucha por los derechos de las mujeres como las enormes desigualdades que persisten.
Por eso, en 2025, el 8M, Día Internacional de la Mujer, obliga a pensar en el futuro y la posibilidad de un México donde las mujeres no solo estén en el centro de las luchas, sino también en los espacios de poder. Y es que, si bien a lo largo de la historia de México las mujeres han sido protagonistas de grandes transformaciones sociales, políticas y culturales, han tenido que enfrentar obstáculos sociales y sistémicos que van desde la discriminación hasta la violencia estructural.
El caso es que el contexto histórico de la lucha feminista en México es complejo y multifacético, marcado por avances legislativos y sociales, pero también por retrocesos y limitaciones que mantienen la lucha como un proceso continuo, donde se enfrentan tanto desafíos históricos como nuevas formas de opresión. En este contexto, es innegable que la política mexicana ha sido históricamente dominada por hombres, aunque en los últimos años ha habido avances importantes en la inclusión de mujeres en posiciones de poder.
Hoy, nos encontramos en un momento trascendental pues, por primera vez en la historia de México, una mujer ocupa la presidencia, lo que representa una oportunidad histórica para colocar los derechos de las mujeres en el centro de la agenda política.”
Eso, en el entendido de que la representación política de las mujeres no solo es importante en términos simbólicos, sino también en lo concreto: decisiones políticas que impactan directamente la vida de las mujeres.
Hoy, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, tiene la oportunidad histórica de poner de manifiesto las desigualdades que persisten, garantizando políticas públicas que aborden de manera integral la violencia de género, la mejora de los sistemas de protección a las víctimas y la promoción de una verdadera igualdad y paridad en todos los ámbitos de la sociedad.
Entonces, para que la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia sea un verdadero cambio, debe ir acompañada de un compromiso firme con la equidad y la justicia social. Es decir, un cambio que no se limite al género de la persona al mando, sino que refleje una verdadera transformación en el enfoque de las políticas públicas hacia la inclusión y el bienestar de todas las personas.
Y la verdadera transformación solo se alcanzará cuando cada mujer, sin importar su origen, raza o condición social, tenga las mismas oportunidades de desarrollo y participación en todos los aspectos de la vida pública y privada.
El gobierno de una mujer en México no debe ser, pues, solo un símbolo de progreso, sino un modelo de gobernanza que impulse políticas públicas para garantizar una vida libre de violencia, la erradicación de la pobreza y el fortalecimiento de la justicia social.
Así pues, este 8M, Día Internacional de la Mujer 2025, llega con el mensaje claro y contundente de que la lucha continúa. Y México, un país con enormes desafíos, tiene la oportunidad de dar un paso histórico en la lucha hacia la ampliación de la igualdad de derechos, el poder y las oportunidades para todas, con un futuro feminista en el que no se deje a nadie atrás.
A modo de aclaración, concluyo citando lo dicho alguna vez por la activista, escritora y poeta australiana G.D. Anderson: “El feminismo no se trata de hacer a las mujeres más fuertes, las mujeres ya son fuertes, se trata de cambiar la forma en que el mundo percibe esa fuerza”.
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