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Volver a nacer

Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca.- A todo el mundo nos agarró desprevenidos el coronavirus. Pues obviamente es impredecible que se presente una emergencia mundial como ocurrió en el que será sin duda el año que nos marcó en la historia: 2020. La reacción internacional dirigida por la Organización Mundial de la Salud, dio la pauta del aislamiento bajo la premisa de no salir, con el slogan que transmite la Secretaría de Salud: “Quédate en casa”.

En México, la epidemia evidenció a todas las dependencias públicas que durante décadas saquearon al país. Es innegable el grave daño que la corrupción ha originado y también la costumbre de vivir con este síntoma que ha causado más daño y muertes que el contagio del Covid-19.

La corrupción del sistema mexicano nos contagió primero y la consecuencia inmediata dio como resultado miles de muertes, tanto por el crimen organizado, como por la pobreza extrema y la falta de oportunidades que multiplicó a la delincuencia que incluye niños y adolescentes.

El IMSS, cuyas instalaciones son insuficientes y deterioradas por el tiempo sin mantenimiento adecuado, dejó ver otra vez su rostro de angustia, ante la falta de personal especializado, medicamentos, camas y equipo para atender la emergencia. Desde que se fundó esta noble y generosa institución, cuyo principal objetivo era atender a derechohabientes en su mayoría trabajadores, con el tiempo los directivos y administradores de la institución se enriquecieron ilícitamente, como lo han hecho infinidad de políticos corruptos convirtiendo a la institución en un negocio redondo.

El ISSSTE, igualmente decaído por el olvido de las administraciones pasadas, dejó de crecer en la debida atención de sus pacientes y se estancó. Creada para atender exclusivamente a empleados sindicalizados del gobierno, como clase privilegiada por el sistema, también se convirtió en un negocio de políticos corruptos y estafadores del sistema. Las denuncias por la falta de atención, medicamentos y equipo se volvieron una costumbre, así como las negligencias médicas.

Por lo que respecta a la impartición de justicia, la más privilegiada por el sistema político nacional ha sido la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha protegido actos deshonestos desde expresidentes de la república hacia abajo, en niveles de alta jerarquía.

El Poder Judicial de la Federación se vio afectado por el nepotismo y compadrazgo en la contratación del personal de juzgados, más que por la capacidad y calidad de quienes tienen el honor de juzgar conforme a derecho.

Pero también los ciudadanos que somos parte de la sociedad civil nos acostumbramos a vivir con la transa y contribuyendo a que la corrupción creciera tal y como está actualmente. Es lamentable ver que no solo estamos aislados por el coronavirus, sino también por la ausente empatía. Tenemos conflicto con todo lo que exige obediencia y disciplina. No estamos acostumbrados a la cultura de la legalidad, ni conocemos la cultura de la paz. Vivimos contracorriente.

Hemos dejado de creer en las noticias que transmiten los medios cotidianos, porque se corrompieron también, obteniendo inimaginables cantidades de dinero para proyectar personalidades falsas de funcionarios y candidatos para ganar mediante fraudes electorales el voto popular, y así lograr contratos millonarios.

Muchos periodistas honestos y profesionales en su trabajo han perdido la vida y otros el empleo. Otros son vetados por no compartir ni estar de acuerdo con la línea editorial ordenada por los dueños de algunos medios. La libertad de expresión sigue siendo cuestionada.

También es triste notar en la sociedad, que siendo los mexicanos altamente religiosos, dejemos de lado la espiritualidad, sin profesar la fe que decimos creer y sentir. Parece que nos enseñaron a odiar al prójimo en lugar de amar al prójimo.

Algunos fanáticos religiosos se identifican plenamente en redes sociales, despotricando, maldiciendo y criticando al gobierno federal principalmente y a toda persona que defiende sus ideales, de acuerdo a la realidad que vivimos. 

Estamos enterrando los principios que aprendimos en el pasado, para dar entrada a un presente completamente diferente. Mientras configuramos a la sociedad compuesta por distintas formas de familias y géneros, la pandemia llegó como un castigo a la impureza creada por la humanidad.

Esta vez necesitamos salvar la vida y volver a nacer. Busquemos el equilibrio eliminando el odio, la venganza y los resentimientos; principalmente en nuestra niñez que debe crecer en un mundo distinto donde encuentre comprensión, apoyo y amor.

Abogado@hectormolinar.com

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