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Vicios de nuestro tiempo

Alejandro Cortés.- Está claro que los famosos “talk shows” no son más que espectáculos semejantes a lo que tendríamos metiendo un ratón en una jaula donde hubiera perros, gatos y aves de rapiña, todos ellos hambrientos. Los únicos que salen ganando en ese tipo de programas son los patrocinadores, pues es frecuente que en esas ensaladas de bofetadas los participantes salgan muy mal parados.

El resultado de estos eventos verbo-pugilísticos son una de tantas consecuencias de la superficialidad en que está sumergida nuestra sociedad, de forma parecida a las verduras en vinagre hasta que quedan curtidas.

Otro ejemplo lo vemos en tantas muchachitas que, felices de haber encontrado a un muchacho guapo, alegre y deportista, comparten su alegría con sus amigas diciéndoles: “Conocí un niño “súper”. Tiempo más tarde —y a veces tristemente después de haberse casado con él— descubren que realmente era “súper-ficial”.

La superficialidad es un mal epidémico que nos lleva a pasar la vida flotando. Esto es de suma importancia, pues cuando una persona dedica su existencia a navegar sin rumbo, está desperdiciando todo lo que tiene. Es como vivir para gastar ochenta pares de zapatos. 

¿Qué caso tendría, pues, esforzarnos por defender los famosos derechos humanos, si la vida de las personas no vale nada? Resulta frecuente darnos cuenta que, en la vida, como en los paseos, los atajos suelen ser los caminos más largos y espinosos. Quienes buscan siempre lo más fácil pueden estar demostrando su falta de madurez.

En el cultivo de la inteligencia puede suceder lo mismo, donde por desgracia, lo estético suplanta a lo verdadero, pues cuando se usan los sentimientos como razones, estamos perdidos. Muchos aceptan como válido el criterio que presenta cualquier autor porque su libro está muy bonito.

Quienes crean la opinión pública pueden caer también en una lamentable situación comparable a las “flautas”, que hacen mucho ruido pero están huecas. Otros —los intelectualoides— son como los cornos ingleses, pues también están huecos, y hacen ruido, pero son mucho más rebuscados.

Tres citas sobre el tema: “La superficialidad lleva, de paso al rechazo del compromiso, y esto convierte al hombre en un simple espectador de su propia vida”. (Alfonso Aguiló). “Es curioso que la vida mientras más vacía… más pesa”. (Daudí). “Hemos de dar valor al descanso, y no descanso a los valores”. (Juan Pablo II).

Ojalá nos propongamos crecer como personas, en vez de anhelar solamente mejorar o mantener, nuestra situación socio-económica.

Dicho sea de paso, cada día se hace más evidente que, no todos los que se autoproclaman como defensores de los derechos humanos realmente lo son. Aquí cabe citar a quienes intentan forzar el uso de idioma en el llamado “lenguaje inclusivo”, pues como bien dice Vargas Llosa: “Este lenguaje no va a resolver el problema de la discriminación de la mujer, pues cuando se cae en los excesos en vez de resolver los problemas, los agravan”. 

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