Con el objetivo de abatir el rezago ancestral que padecen los habitantes de la Sierra Tarahumara, principalmente los integrantes de los pueblos originarios, el Gobierno de México puso en marcha un Plan de Atención Integral a la Sierra Tarahumara (PAIST).
El delegado de Programas para el Desarrollo del Gobierno Federal en Chihuahua, Juan Carlos Loera De la Rosa, dio a conocer que él y un equipo de colaboradores idearon y dieron forma a ese plan con la meta de priorizar el apoyo a los habitantes de las comunidades y grupos más vulnerables de 19 municipios ubicados en la zona serrana de Chihuahua en materia de salud, alimentación, empleo, educación y acceso a servicios básicos.
Explicó que luego de que se elaboró un plan de trabajo de brigada continua para tener un diagnóstico de las condiciones sociales de los habitantes de esa zona del estado e identificar a los posibles beneficiarios, el cual se mantiene, durante la semana que recién culminó acompañó a la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores González, y a la subsecretaria Adriana Montiel Reyes, en una gira de trabajo por la Sierra Tarahumara para dar seguimiento a los objetivos del PAIST.
Entre otras actividades, se dio arranque a nivel nacional al censo de Bienestar para Niños y Niñas Hijos de Madres Trabajadoras Indígenas y se entregaron cartas de aceptación y recursos económicos a beneficiarios del Programa Sembrando Vida.
Sembrando vida vino a revivir un sueño: beneficiarios
En lo más intrincado de la Sierra Tarahumara, sobre la barranca más grande que tiene una profundidad de casi dos kilómetros, se encuentra el pueblo de Urique, habitado por una serie de comunidades con más de 20 mil personas, una quinta parte de ellas asentadas en la cabecera municipal.
La etnia rarámuri destaca en esta región y de su lenguaje nace y toma significado el nombre de Urike, que en tarahumara significa lugar de las barrancas.
La belleza de sus paisajes, contrasta con las condiciones socioeconómicas de sus habitantes, cuyo bienestar se ha convertido en la meta del Gobierno de México encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, da a conocer el delegado de Programas para el Desarrollo del Gobierno Federal en Chihuahua, Juan Carlos Loera De la Rosa.
Con esa idea en mente, el delegado federal y su equipo de colaboradores idearon y dieron forma al Plan de Atención Integral a la Sierra Tarahumara (PAIST) y lo presentaron al titular del Ejecutivo, quien de inmediato le dio el visto bueno e instruyó que se ejecutara a la brevedad, quedando al frente de esa tarea la Secretaría de Bienestar.
Por ello, la semana anterior la titular de esa secretaría, María Luisa Albores González, realizó una gira de trabajo por diversos municipios de la Sierra Tarahumara, entre los que se encuentran Guachochi, Urique y Maguarichi, con la finalidad de supervisar la operación de los programas que forman parte del PAIST.
Para llegar al fondo de la barranca de Urique hay que recorrer poco más de 400 kilómetros de caminos desde la ciudad de Chihuahua, 80 de ellos de terracería en el último tramo que atraviesa la Sierra hasta llevar a cientos de metros de profundidad en donde se asienta la comunidad del mismo nombre.
Un recorrido que se realiza en más de 6 horas y que por sus condiciones mantiene prácticamente aislados a sus habitantes, quienes subsisten de la agricultura y fruticultura de autoconsumo en su mayor parte.
Hasta ese lugar acudieron la secretaria María Luisa Albores y la subsecretaria Ariadna Montiel para notificar a decenas de productores la aceptación para que participen en uno de los programas considerados por el presidente López Obrador como prioritario dentro de su plan de Gobierno: Sembrando Vida, informó el delegado federal Juan Carlos Loera De la Rosa.
Alejandro Domínguez, habitante de la comunidad Rancho La Higuera, recibió de manos de los funcionarios federales el oficio que lo faculta para recibir los apoyos del Programa Sembrando Vida, parte fundamental del Plan de Atención Integral a la Sierra Tarahumara.
Al ser entrevistado por Juárez Hoy, Domínguez visualiza un futuro mejor para su familia, integrada por su esposa y cuatro hijas.
“Vamos a sembrar en el ejido, voy a trabajar en lo mío y saldremos adelante. Tengo cuatro hijas, puras mujeres, pero de todas maneras me van a echar la mano y me van a ayudar”, comenta con entusiasmo Alejandro.
Señala que el programa le va apoyar con un pago mensual de 4 mil 500 pesos y tendrá un ahorro de 500 pesos por mes, dinero que piensa reinvertir en la siembre de maíz y frijol en su parcela.
En la misma región de Urique, pero en lo más intrincado de la barranca, a tan solo 600 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el Rancho del Rosario, en la comunidad de Guapalaina, habitado por Felipe Lozanía Quintana, de 67 años y su familia, quienes también participarán en el programa para reforestar predios en la barranca de Urique y ponerlos a producir con árboles de naranja y otras frutas que en esta zona se dan por el clima semitropical de la zona.
Hasta este punto, el delegado Juan Carlos Loera De la Rosa guió a la secretaria Albores y a la subsecretaria Montiel para conocer de primera mano la región que el programa Sembrando Vida va a rescatar y a quienes llevarán a cabo ahí la noble tarea de cultivar la tierra.
Mientras recorre su parcela y muestra cómo capta el agua de lluvia que baja por la ladera del cerro y se almacena en una pequeña represa de la que obtendrá el riego, Felipe Lozanía agradece la aplicación del programa Sembrando Vida en esta región.
“No queda más que agradecerles que este programa haya salido adelante y que hayamos salido beneficiados y pues a echarle ganas, a trabajar para darle otra presentación a nuestro terreno y a nuestro municipio, que vean que aquí en Urique hay gente trabajadora, que nos gusta trabajar”, expresa.
En el municipio de Maguarichi, los representantes del Gobierno de México, fueron recibidos por el presidente municipal, Pedro Ignacio Quezada Enríquez, quien da testimonio de que el desempleo ha sido uno de los lastres en esa comunidad, pero al mismo tiempo dice confiar en que el Plan Integral para la Sierra ayudará a cambiar ese panorama.
“El programa de Sembrando Vida viene a resolver en gran parte ese problema, porque muchos de los habitantes de las comunidades del Municipio tuvieron que migrar a las ciudades aquí en México o a los Estados Unidos y ahora algunos de ellos ya están regresando”, destaca.
En esa misma comunidad, ubicada en la ladera de otra de las barrancas de la Sierra Tarahumara, Luz Delia Pérez Gallegos se muestra contenta porque sembrará árboles para sacar adelante a su familia.
“Esto es un beneficio mucho muy bueno, porque ya vamos a poder sembrar, tenemos dos hectáreas y media para convertirlas en milpa intercalada, que sembramos comúnmente con árboles frutales. Aquí se da la manzana, se dan los chabacanos, los duraznos y va a estar muy maravilloso porque vamos a poder tener más variedad en nuestras milpas”, dice.
Sembrando Vida dará empleo a 20 mil personas propietarias de 50 mil hectáreas de tierra que serán reforestadas, particularmente en esta zona donde se tiene una deuda histórica con las etnias Tarahumara, Guarojíos, Pimas y Tepehuanes del Norte, indica el delegado del Gobierno Federal, Juan Carlos Loera De la Rosa.
La secretaria de Bienestar, María Luisa Albores, agregó que Sembrando Vida dará asistencia técnica a los beneficiarios para acompañarlos en las actividades que emprenderán.
“Aquí vamos a trabajar con la cultura Rarámuri que tiene mucho conocimiento ancestral y con los que ahora tendremos la fortuna de trabajar pero también de brindarles la asistencia técnica por parte de nuestras y nuestros compañeros los técnicos”, indicó.
Llevan a madres trabajadoras indígenas apoyo para el cuidado de sus hijos e hijas
El poblado de Tónachi, municipio de Guachochi, considerado el corazón de la Sierra Tarahumara, sirvió de marco para el arranque a nivel nacional del Censo de Bienestar para Niños y Niñas Hijos de Madres Trabajadoras Indígenas.
Este programa es uno de los componentes principales del Plan Integral de la Sierra Tarahumara, que busca llevar todos los programas de bienestar a las comunidades que habitan en esta región del estado de Chihuahua, que por siglos han padecido el olvido por parte de las autoridades, expone la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores González.
Tanto la titular de Bienestar como la subsecretaria Ariadna Montiel y el delegado federal Juan Carlos Loera encabezaron las mesas de atención a las madres para tomar sus datos e incorporarlas al programa que otorga un apoyo bimestral de 1 mil 600 pesos por cada niño de 0 hasta un día antes de cumplir los 4 años, con un límite de tres niños por mamá.
Albores explicó a las personas reunidas en el centro ceremonial de Tónachi que este programa se desarrollará en 288 municipios con presencia indígena en 12 estados de la República, con la finalidad de ayudar a las mamás con hijos menores de cuatro años de edad.
La comunidad de Tónachi se ubica a 50 minutos de la cabecera municipal de Guachochi, es un asentamiento que data del siglo XV, que inició originalmente en el seno de una misión jesuita y que en la actualidad padece los estragos de décadas de marginación que el actual Gobierno de México busca atenuar, comenta Loera De la Rosa.
Cargando a su menor en la espalda, a la usanza tradicional heredada por sus ancestros, María Concepción Cruz dijo con pocas palabras que con ese dinero que le ofrece el gobierno federal podrá dedicarse con más tiempo a su parcela, mientras que su madre le ayudará con el cuidado de su pequeño hijo.
Durante el censo, Loera De la Rosa refirió que el programa de Niños y Niñas Hijos de Madres Trabajadoras Indígenas viene a estimular la economía de la región, al llevarles directamente a las mamás recursos para comprar sus insumos y lo necesario para dar calidad de vida a sus familias.
“Nunca un gobierno había apoyado, no solo a los Adultos Mayores, a las personas con Discapacidad, a los negocios pequeños, sino a las jefas de familia que tienen el cuidado de sus hijos y con este recurso comprar lo necesario para darles alimentación, vestido y lo más importante la educación de sus pequeños”, precisa Loera De la Rosa.
En cada comunidad de la Tarahumara que visitaron los funcionarios federales, censaron personalmente a las madres indígenas, entregaron cartas de aceptación al Programa Sembrando Vida y pagaron a quienes ya habían sido aceptados con anterioridad.