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Trabajar en paz

A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz. Walt Whitman, poeta estadounidense

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- En casa, únicamente nos acompaña Alexa; es tal nuestra soledad, que la disfrutamos a plenitud, eso sí, con una tos de perro que no podemos erradicar con ningún jarabe o bebida caliente. Son los años y la vida cobra.

Aprovechando el tiempo, iniciamos esta entrega, a propósito de que, en días pasados, se cumplió otro aniversario de la promulgación de un documento jurídico que ha sido el más violado, hasta la fecha, por todos los gobernantes en la historia del México posrevolucionario, su nombre: Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Llevamos 3 constituciones 3 y no salimos de lo mismo.

Hace poco tiempo, según nota periodística, la administración municipal morenista, haciendo gala de su eslogan político, por el “bien de todos primero los pobres”, a través de su dependencia correspondiente, clausuró algunos establecimientos comerciales, en el abandonado parque Borunda.

Al parecer, la clausura de tales locales se debió a que sus dueños, como malos mexicanos, no han pagado sus impuestos correspondientes, quizá imitando a algunos grandes empresarios y sin comprender que esta actitud, es un crimen de lesa irresponsabilidad, pues todo empresario (pequeño o grande), mexicano bien nacido, debe pagar sus impuestos para dar vida a su ciudad, aparte de enriquecer a quien los gobierna.

Para pronto, los afectados pusieron el grito en el cielo, mejor dicho, en la CEDH y esta oficina, ni tarda ni perezosa, le envió una nota a la autoridad municipal, invitándole a que de inmediato deje sin efecto esas clausuras, reciba el pago de los impuestos que, según los afectados, se han negado a recibir y los dejen trabajar en paz.

Ante tal situación, recordando la violada Carta Magna Nacional, si la memoria no nos es infiel, todo ciudadano mexicano tiene derecho al trabajo sin importar su giro, siempre y cuando ese trabajo sea legal, lícito, honesto y, desde luego, cumplir con todas las obligaciones fiscales y demás, para no incurrir en una flagrante violación al fisco municipal, estatal y federal y sufrir las consecuencias legales por su irresponsabilidad.

Esperemos que este conflicto de los locatarios del parque Borunda se resuelva en buenos términos para ambas partes y que, con el pago de esos impuestos, de “perdis”, le den una manita de gato a ese parque y en general, a todos los abandonados parques de la ciudad. Vale.