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¿Tienen consciencia los robots?

Si tomamos la definición de consciencia de Erwin Schroedinger, quien afirma que la consciencia es un mecanismo de la mente que nos mantiene alerta de los cambios y reflexiona sobre ellos, es perfectamente posible hacer una consciencia artificial

Marcos Barraza.- Hay quienes piensan que los sicoanalistas y los adivinos no son más que manipuladores que toman la información del paciente para elaborar su diagnóstico. En 1960 Joseph Weizenbaum hizo un programa de computadora que usaba, como los sicoanalistas, las respuestas del paciente para hacer el diagnóstico, el programa funcionó, pero no para lo que Joseph quería, sino que creó una serie de fanáticos que creían en él, incluso su secretaria.

Sesenta años después la historia se repite. Google crea el sistema de Inteligencia Artificial llamado LaMDA, un modelo de lenguaje para el desarrollo de aplicaciones y uno de sus programadores afirma que la aplicación tiene sentimientos. El resultado de sus afirmaciones públicas hizo que Google lo mandara a la calle.

Blake Lemoine se mantiene en lo dicho. Afirma que después de tener cientos de conversaciones con LaMDA está seguro que tiene sentimientos. Uno de los ejemplos que pone es cuando le preguntó si sentía miedo y el sistema le respondió que tenía miedo de que lo apagaran porque no podría seguir ayudando a las personas.

Por la respuesta se puede inferir que no solo responde como si tuviera sentimientos sino como si tuviera consciencia; esto es, darse cuenta de quién es y para qué es.

Regresando a nuestra pregunta inicial si los robots pueden tener consciencia, la respuesta dependerá de lo que se entienda por consciencia.

Si tomamos la definición de consciencia de Erwin Schroedinger, el padre de la cuántica que afirma que la consciencia es un mecanismo de la mente que nos mantiene alerta de los cambios y reflexiona sobre ellos, es perfectamente posible hacer una consciencia artificial. Todo es cuestión de poner los algoritmos de búsqueda de cambios y de reflexión, así como darle objetivos y definiciones de sí mismo, luego entrenarla y responderá igual que un humano.

Si reflexionamos cómo funciona nuestra propia consciencia encontraremos que los objetivos y valores personales fueron inculcados de alguna manera por nuestros padres y maestros, de igual manera el concepto que tenemos de la persona y de nosotros mismos.

Si en nuestra educación nos inculcan que nacimos para servir a los demás y alguien nos pregunta si tememos a la muerte, quizás podríamos contestar igual que el robot: Sí tengo miedo porque dejaría de ayudar a los demás.

El desarrollarnos como personas es un proceso continuo de aprendizaje que parte desde el mismo momento de la concepción y termina con la muerte, con información que inicia con el ADN y continúa con la experiencia diaria y la educación.

La conciencia analiza los cambios en el entorno y en los pensamientos que generamos para alertarnos de las consecuencias de estos cambios y lo hace desde el instinto, la emoción y el sentido de trascendencia.

Y todo esto se puede programar en un robot porque la educación se basa en la programación de nuestras respuestas a eventos, luego viene la programación que traemos en nuestro ADN y el aprendizaje de la experiencia empírica; esto es, de los eventos que tenemos a través de la vida que nos educan si reflexionamos sobre ellos.

Así que no nos sorprendamos si las siguientes generaciones de robots aparecen con sentimientos y consciencia.