Inicio MIENTRAS TANTO VIVO Si quieres ver reír a Dios, planea

Si quieres ver reír a Dios, planea

Carlos Tuto Alban.- El mundo es otro hoy, la verdad, siempre lo ha sido. Cada día es distinto, pero la rutina de nuestra vida no nos deja interpretarlo así. ¿Recuerdan todo lo que planearon hace un año para realizar en este? No es tiempo de balances, frente a lo que no se cumplió, es tiempo de pensar en qué fue lo que se aprendió.

Hoy la lista puede ser interminable, pero obligatoria. Creíamos que las probabilidades de morir de viejos o por causas de la violencia, podía ser una posibilidad mayor, hoy podemos morir por cualquier cosa, incluso por un bicho que no logramos ver ni entender cómo es, pero esta situación nos ha permitido valorar lo que somos, lo que significa nuestro paso por esta vida.

Somos seres vivos, que hoy respiramos un aire que en cualquier momento nos puede eliminar, pero como nos movemos en el mundo de las probabilidades, mientras tanto vivo, agradeciéndole a Dios, a la virgen, a universo, la oportunidad de estar aquí.

Por ejemplo, yo aprendí a hacerme esta pregunta: ¿Cuánto aprendí de quienes se murieron? Me decía un maestro que la mejor forma de entender cómo estamos frente a las otras personas es preguntarnos cómo nos sentiríamos si muere, y esa respuesta nos da la claridad de cómo está nuestra relación en vida con los demás. De los seres que nos acompañan y de los que se van hay mucho por aprender.

Volvamos al tema inicial, claro que debemos planear. El economista ecológico Manfred Max Neef sostiene que debemos  navegar a la deriva, pero viendo un faro. No es literal, pero es un concepto que aplico en mi vida, recorro el mundo buscando llegar a un punto, pero no me obsesiono, puedo parar, recorrer otros caminos y luego retomo el rumbo; es decir, que pienso en llegar a un punto, pero la vida no está en llegar, sino en recorrerla.

Soy consciente del aquí y el ahora, pero invito a tener conciencia del significado del pasado y del futuro, aunque la vida “se mueve en vertical”, somos seres con un pasado y buscando cómo avanzar, solo existe este momento.

Los primeros hombres que llegaron al planeta miraron al firmamento y  vieron unas luces que embellecían la noche, entonces emprendieron el camino para saber dónde era que nacían las estrellas o querían entender cómo era que alumbraban y así emprendieron  su marcha y allí empezaron a planear.

Con el tiempo entendieron, para quienes creen en la astrología, que los astros  también daban señales y en muchos casos se convirtieron en guías, incluso para tres reyes que guiados por una estrella caminaron hasta el lugar donde había nacido el Mesías. 

Siempre hay luces que guían el camino, las encendemos, las creamos o las buscamos,  el riesgo está en saber  cuál seguir y cómo y hasta dónde debemos llegar, es parte de los desafíos de vivir. Pero si ocurren situaciones como las del 2020, que no permitieron que todos esos proyectos se cumplieran, pues a buscar alternativas y crear un nuevo faro o buscar nuevos senderos para llegar a él. Somos frágiles, pero también fuertes, eso aprendimos este año, a entender como nunca lo efímeros que somos, pero también lo resistentes a las adversidades.

Valdría la pena escribir las sensaciones que sentimos cuando llegó el encierro, las canciones que invitan a saludar al vecino desconocido, la obra solidaria que prometimos llevar a cabo. Esta navidad espero oír esas canciones que nos invitaban a ser mejores personas cuando todo acabará y ver si ahora que me creo un poco más fuerte, estoy en capacidad de cumplirlas.

Dice  la máxima oración de los cristianos: “Danos hoy nuestro pan de cada día” y así es , hay quienes dicen que cada día trae su afán. Yo  preferiría decir cada día trae su pan y si  nos llega a nuestra mesa, si lo disfrutamos en nuestra boca, solo demos gracias por la oportunidad de recibirlo, es el único bocado seguro que tenemos, el que estamos probando en este momento.

Puede que Dios se ría cuando planeamos, no se trata de no hacerlo, se trata de entender que podemos lograr lo que queremos, pero si no pasa, seguimos adelante viendo el faro y navegando a la deriva. ¡Es maravilloso!

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