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Hablando de… pandemia y salud mental

Dr. Fernando de Jesús Hernández Estrada.- La salud mental relacionada con la pandemia es un fenómeno inusitado al cual investigadores de numerosos países están poniendo atención. En Estados Unidos,  tomando en cuenta su impacto negativo y debido a que se cuenta con la casuística acumulada en casi 9 meses, está permitiendo tratarla de manera sistematizada para obtener nuevo conocimiento. 

“Sumando Esfuerzos” tuvo acceso a un documento publicado por Psychriatic news y la revista Mental Health, relacionado con los efectos que sobre la salud mental está produciendo el COVID-19 que reporta los casos presentados de marzo a septiembre de 2020. Analiza diversos aspectos de salud mental como el inicio o incremento en el uso de sustancias, la ansiedad, depresión e ideaciones suicidas que está produciendo y la vigilancia y seguimiento de los casos que han ameritado tratamiento, hospitalización o que definitivamente han fallecido. 

En esta etapa en que la libertad de movimiento, asociación y otras medidas preventivas como el uso de cubrebocas, mascarilla facial, distanciamiento y sobre todo de confinamiento en casa, han producido daño a la salud mental por la imposición por razones sanitarias, para el cuidado propio y de los demás.

Este estudio documenta que el 40% de las personas adultas (casi la mitad de las personas encuestadas) empeoraron su salud mental asociado con la pandemia de COVID-19, particularmente ansiedad, depresión e ideaciones suicidas, así como un incremento en el uso de sustancias como elemento auxiliar para atender en la tensión social y mental producida.

Este reporte menciona que las personas que se identificaron como más afectadas fueron aquellas que desempeñan una actividad laboral de denominada como esencial, los que sufren una enfermedad concomitante y aquellos que por su propia naturaleza desempeñen actividad subordinada (Czeisler et al., 2020)

La metodología utilizada en dicho estudio, consistió en encuestas a 5,470 personas mayores de 18 años entre el 24 y el 30 de junio y también se preguntó si habían comenzado o aumentado el uso de sustancias para hacer frente al estrés y si habían experimentado ideaciones suicidas en los últimos 30 días.

Como hallazgos importantes se encontró que el 40.9% informó síntomas de al menos una condición de salud mental adversa. Una cuarta parte de los encuestados reportó síntomas de trastornos relacionados con el trauma y el estrés.

Acerca de la ideación suicida en los últimos 30 días, la encuesta reporta que fue mayor entre las personas de 18 a 24 años, los miembros de grupos étnicos/raciales minoritarios, los cuidadores de adultos no remunerados y los trabajadores esenciales.

En el análisis de esta investigación se observó que, en comparación con los resultados de encuestas similares realizadas en 2019, la prevalencia de los síntomas de ansiedad fue tres veces mayor, mientras que la depresión fue cuatro veces mayor.

Esto sugiere que existe una necesidad por generar estrategias de prevención, intervención y comunicación para llegar a los grupos más afectados, abordando diversas afecciones de salud mental asociadas con la pandemia de COVID-19.

Hablando de México, la investigadora Ania Sofía Loera y Colaboradores realizaron una encuesta a 745 personas en cuarentena, fechada a 21 julio de 2020, que revela altos niveles de depresión, ansiedad y trastornos de sueño que la pandemia provoca en la población. Se obtuvieron 745 respuestas de las cuales el 69% fueron mujeres y el 30% hombres y se determinaron ciertas tendencias con respecto a la salud mental que incluyen: Depresión, Ansiedad, alteración en los patrones de sueño y un aumento de violencia intrafamiliar. 

Este último dato resulta trascendente ya que la violencia intrafamiliar y la ideación suicida en nuestra región son problemas ya bien identificados y que los gobiernos se han mostrado insuficientes para atenderlo, por lo que se deben establecer mecanismos sanitarios de prevención y ofrecer más apoyo a las organizaciones no lucrativas que trabajan ese renglón y el desarrollo personal integral, dedicando un mayor presupuesto para las actividades de prevención y atención de la salud mental.