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Sexualidad y sociedad

Soc. Omar Jesús Gómez Graterol.- Sin el propósito de explicar todo a partir de la sexualidad, es importante destacar que muchas de las complicaciones que aquejan a las diferentes sociedades, tienen que ver con esta condición inherente a la humanidad.

Estas se manifiestan desde la disolución de vínculos afectivos, de rupturas de familias, infidelidades, incluso crímenes pasionales, problemas de identidad, discriminación, asesinatos, entre otros. En múltiples situaciones se solapan conflictos sexuales que se nutren de creencias, ideologías, prejuicios, fantasías, supersticiones, miedos irracionales, razonamientos con sesgos particulares y grupales, por citar algunos.

Para coadyuvar a una saludable coexistencia social se necesita acompañar dichas prácticas con respeto, sensatez y una conveniente regulación, pero también con la ciencia y el conocimiento para impedir que por falsos conceptos e inadecuadas interpretaciones se dañe a terceros. Por lo expuesto, varios especialistas vinculados a la materia (sexólogos, psicólogos, psiquiatras, sociólogos, educadores y más) se han dado a la tarea de arrojar luces sobre la cuestión señalada persiguiendo, como metas, comunidades sanas. 

Una de estas conocedoras es Nuncia Mercedes Gómez Mosquera, licenciada en Educación con Postgrados en Orientación en Sexología y Terapia de la Conducta Humana, de origen latino y actualmente radicada en Tennessee, Estados Unidos. La profesional y consultora independiente ha promovido una serie de acciones con la finalidad de contribuir a que los participantes se relacionen con el sexo de forma realista y constructiva.

Dentro del conjunto de iniciativas más destacadas en su trayectoria, resalta la Guía de Sexología.  Esta actividad fundamentada en las redes virtuales, específicamente en la aplicación WhatsApp (empleando videos, textos, fotos, audios y otros medios complementarios), contó con 52 integrantes de variados países, de distinto credo, preferencias, profesiones, se llevó a cabo en sesiones. Allí, diariamente, se les suministraron a los afiliados contenidos partiendo de la infancia, pasando por la adolescencia, la adultez y la convivencia en pareja (con énfasis en el amor, propio y hacia el compañero).

En opinión de la autora antes mencionada, la experiencia dejó un balance positivo y enriquecedor para todos. Sin embargo, el temor a ser incomprendidos o juzgados limitó a una porción significativa de personas a involucrarse de manera más explícita en la dinámica de reflexión de la agrupación.  En efecto, se observaron grandes inquietudes alrededor de los puntos tratados y simultáneamente autocensura en el discipulado.

Otra opción hubiese sido la de instruirse individualmente, pero para Gómez Mosquera, si bien existe mucha literatura y material audiovisual concerniente al tema, la mayoría de estos recursos carecen de veracidad o de la rigurosidad científica requerida que les permita ser de utilidad al público que lo consume. Por lo cual, deben ser revisados con prudencia. En tal sentido, aún hay bastante por indagar y descubrir en lo que a sexualidad se refiere, además de un considerable trabajo que desarrollar con la colectividad canalizando adecuadamente tales vivencias.

De lo que no cabe duda, es que la ignorancia en torno a dicha temática producirá numerosos males mientras lo artificial no se desligue de lo real o que algo que es natural no se despoje de todas las valoraciones nocivas que en ocasiones la envuelven. Y aunque resta labor investigativa por efectuar, el uso de las enseñanzas atesoradas hasta el presente aumentaría la calidad de vida de los individuos y evitaría experimentar eventos que los hundan en circunstancias de estrés o de ansiedad constante.

Por otro lado, y a su modo de percibir las cosas, se requiere reivindicar el papel de los profesionistas en el área. El querer proyectar luz sobre la oscuridad ha tenido un precio alto para ellos, puesto que, han sido atacados injustificadamente por realizar aclaraciones referentes a un asunto que en la actualidad aún resulta tabú y sigue tratándose con cierta puerilidad en diversos ámbitos.

En fin, para fomentar sociedades más sanas, una de las dimensiones que hay que considerar y valorar en su justa extensión es la sexualidad. Es indiscutible que no todo es licito o permitido, hay límites que acatar (el ineludible consenso entre las partes para el acto sexual, la capacidad de conciencia o discernimiento de la persona para saber lo que ejecuta o la atención a sus derechos universales, por ejemplo). Pero el sexo, como cualidad humana, en sí mismo no es malo o impuro.