La forma de contagio del virus SARS-CoV-2 es motivo de estudio desde que se conoció su versión original a fines de 2019. Desde entonces se realizaron varias investigaciones y, mientras en el inicio de la pandemia por COVID-19 se prestaba atención a la limpieza de las superficies para evitar la propagación, luego la ciencia fue comprendiendo que, en verdad, el riesgo mayor de contagio es el de las gotitas de la respiración, la tos o el estornudo, que viajan por el aire.
Una nueva investigación planteó preguntas sobre la distancia en que viajan esas gotas y en qué momento de ese viaje se vuelven inofensivas y descubrió que podrían viajar hasta 60 metros antes de que el virus que transportan quede desactivado. Esto equivaldría aproximadamente a media cuadra.
Los experimentos en este sentido son antiguos, ya que los primeros datan de la década de 1930. Desde ese momento se sabe que al estornudar o toser las gotas pueden ser pesadas o livianas. Las primeras caen el piso y es poco probable que contagien a otra persona, en cambio las más pequeñas y livianas pueden seguir dos caminos: o se evaporan rápidamente y se vuelven inofensivas o viajan más lejos y son capaces de producir un contagio.
La sequedad del ambiente no favorece la propagación de virus como los coronavirus porque seca esa humedad de las gotas exhaladas.
Una investigación reciente de expertos del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico del Departamento de Energía de EE.UU. detectó que en esta última de las posibilidades las partículas respiratorias microscópicas pueden permanecer húmedas y en el aire durante períodos de tiempo más prolongados y viajar más lejos de lo que se pensaba anteriormente.
Los científicos detectaron que la capa de moco que rodea las gotitas respiratorias es posible que reduzca las posibilidades de evaporación, ya que aumenta el tiempo que el virus permanece activo dentro de esas gotas que lo mantiene húmedo. Los virus envueltos como el SARS-CoV-2 tienen una capa de grasa que debe mantenerse húmeda para que el virus sea infeccioso, la evaporación más lenta permite que las partículas virales sean infecciosas por más tiempo