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Reflexiones y sentires en tiempos difíciles

Aída María Holguín Baeza.- Ya han pasado 4 meses desde que el SARS-CoV-2 y la pandemia de síndrome respiratorio agudo (COVID-19) comenzaron a producir estragos (algunos inevitables y otros tantos evitables) en México, y todo parece indicar que los tiempos difíciles todavía van para largo.

Son cuatro meses en los que, en definitiva, hemos tenido que enfrentar desafíos sanitarios, económicos, sociales y culturales inimaginables que, sumados a los retos ya existentes antes de la actual pandemia, auguran un futuro complicado en muchos sentidos. No obstante, los nuevos desafíos y los retos ya existentes también representan nuevas oportunidades que nos pueden permitir (si aprendimos bien la lección) enfrentar el futuro de la mejor manera.

Sí. Son tiempos difíciles que seguramente se alargarán, pero también se trata de tiempos que invitan a la reflexión. Es decir; si en épocas como esta no analizamos y evaluamos lo acontecido hasta el momento, difícilmente podremos actuar en consecuencia de manera adecuada, oportuna y eficiente ante los retos y desafíos que la nueva normalidad implica. 

Y es que como bien lo dice Martin Short, la marca del ser humano es cómo responde a las situaciones, no vamos a evitar tiempos y situaciones difíciles que ofrecen muy pocas opciones. La cuestión es: ¿Qué vamos a hacer al respecto?

Cierto es que, en tiempos tan complicados como este que estamos viviendo, no es tan fácil asumir la socorrida actitud de “al mal tiempo buena cara” porque cada día que pasa resulta más complicado controlar nuestros sentimientos y pensamientos; sin embargo, también es cierto que tomar total conciencia de la situación y conducirnos de la mejor manera posible es imprescindible para construir un futuro (para todos) menos incierto o riesgoso.

Y es que cuatro meses son más que suficientes para haber aprendido la triste, dolorosa y compleja situación que, de haberla aprendido antes, no hubiera tenido las fatales o graves consecuencias que ya conocemos y que, desafortunadamente, se han diversificado o han aumentado de manera exponencial a lo largo y ancho del país.

Por todo eso -y muchas cosas más- es necesario comprender que en tiempos difíciles como los que ahora estamos viviendo y sufriendo, resulta indispensable asumir con responsabilidad y empatía el papel que a cada uno nos toca desempeñar.

Solo así podremos regresar -en el mediano plazo- no a la normalidad que conocíamos (y no valoramos), pero sí a una nueva normalidad a la que podamos adaptarnos rápidamente.

Pero no a una nueva normalidad “cualquiera”, sino a una en la que ahora sí reine una sociedad solidaria, sustentable, próspera, justa y con igualdad de oportunidades (buenas, dignas y suficientes) para todos.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por la escritora estadounidense Alexandra Bracken: “A lo que estoy tratando de llegar es, por malo que parezca todo, creo que, en el fondo, la vida es buena. No nos arroja nada que sepa que no podemos manejar, e incluso si lleva tiempo, vuelve todo al revés”.

laecita@gmail.com

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