Dr. Arturo Castro.- La política como ciencia es de carácter intelectual, como arte es la distinción de la palabra con base en valores que van de la responsabilidad a la lealtad.
La política como vocación presenta un sentimiento de pertenencia a las ideas que planeadas se convierten en hechos o sucesos que originan un legado personal que se convierte en público.
La política como espectáculo representa el pan y circo de todos los días, que alimenta y entretiene a un pueblo sediento de fantasías que a veces llegan a semejar realidades.
La política como diversión le corresponde a quienes no la necesitan, ni creen en ella, mucho menos la conocen, va de personajes clasistas, artistas, escritores o deportistas.
La política es todo y nada, es querida y odiada por demás en una sociedad que acepta aquello que no existe convirtiéndose en una mentira verdadera que se maneja como si nada.
Los analistas entonces se convierten en personas odiosas porque descubren el engaño de la cosa pública. Así intelectuales, académicos, periodistas y profesionistas se ven convertidos en enemigos de un gobierno temporal que aparenta ser la panacea de todos los tiempos.
Panacea que resuelve todos los problemas a través de una ilusión nacional que acredita la pasión de creer increíblemente lo que ofrece la utopía política como forma de vida.
La política representa un negocio completo para los menos, que pueden ser varios miles, se aprovecha bien el sueldo público o legislativo, obtienen contratos a través del famoso tráfico de influencias y algo más que da a lugar a un nepotismo que se manifiesta exponencialmente, aunque se dice que no existe.
El mal gobierno, la corrupción, el amiguismo, el favoritismo, el clasismo, el conservadurismo, la mentira, la holganza, solamente son algunos causales de la disfunción gubernamental.
Esto representa las espinas que incomoda a la sociedad civil en la política de hoy envuelta en adjetivos y sustantivos que la dividen recurrentemente, la que crea revoluciones y cree en transformaciones fantasmas que solo defiende ya sabes quién.
La mentira política es una mentira que se disfruta cuando el valemadrismo se presenta en el oficialismo y en la oposición, cuando todo lo que sucede se resbala.
El presidente de México exige un fin al nepotismo, diciéndole a una prima que no busque una posición política, cuando su alfil, Adán Augusto, dejó a su cuñado como gobernador de Tabasco.
Excelente descripción para entender una política aspiracional que va transitando de la barbarie a la mentira política de hoy. Todo frente a un pueblo comprado a través de becas y apoyos económicos al por mayor.
La vida cotidiana observa una colección de hechos reales, que van del engaño a la traición, igual semejando lealtades simbólicas que permiten la migración partidista de cualquier personaje sin convicción, dando lugar a la prostitución política.
Las alas sin plumas no permiten volar como lo hizo Juan Salvador. Richard Bach lo resalta en la novela referente a las gaviotas y su deseo como pájaros aspiracionistas de hacerlo como águilas.
La política oficial de este momento está llena de lo que acusa como un fenómeno politiquero que entretiene y disfruta una sociedad cansada de una estoica realidad, prefiriendo una imaginación de ser y estar lo mejor de lo mejor.