Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Hernán Gómez Bruera es un periodista afín a AMLO, pero eso no lo detuvo para escribir y publicar un libro que denuncia al hermano, así reconocido, así presumido varias veces por el propio López Obrador, respecto de Julio Scherer Ibarra.
Este hombre del demonio llegó a pagar la cuenta aquel día del infarto de 2013 de Andrés Manuel. Una enorme cuenta del hospital le ganó el afecto y cariño de la esposa, hijos y del propio AMLO.
Julito es el mayor de ocho hijos del periodista mexicano con mayor reconocimiento y respeto dentro y fuera del país. A su hijo no le importó ese prestigio ni el nombre de su padre, por el contrario, lucró con él en gobiernos de distintos colores.
En sus excesos, su padre se vio obligado a pedir perdón por él ante una larga lista de políticos funcionarios y recibir incluso respuestas negativas como la de Gil Díaz cuando era secretario de Hacienda. De ahí el odio de Julito al hijo de éste y el asunto de la empresa Oro Negro que, por supuesto, es una farsa de Scherer para despojarlo de sus bienes y enviarlo a la cárcel.
Fox, Calderon y Peña Nieto fueron testigos de las humillaciones de este gran periodista ante ellos, para salvar a su hijo pillo de la cárcel. Incluso, con Fox tuvo que arrodillarse. Y en su encuentro con Martha Sahagún, ella le dijo: Lo que tiene que hacer uno por los hijos, ¿verdad?, en referencia a los ataques a sus hijos, los Bribiesca, en Proceso. Don Julio agachó la cabeza, humillado. Ahí le dijo a Fox: ¿borrón y cuenta nueva, señor? Fox aceptó.
Julio Scherer Ibarra es un pillo de siete suelas que abusó de la confianza y se volvió archimillonario a costillas de estafas como la que hizo a Juan Collado para quitarle su empresa y vendérsela a un amigo al que le debía favores y aportaciones.
Junto a Collado, Alonso Ancira y Miguel González perdieron dinero. Ancira, perdió su empresa, su libertad y su prestigio. Collado perdió su dinero, su salud, su honor, su libertad y también su empresa. Miguel solamente dinero.
Además, protesto por el pésimo comportamiento de la justicia de Chihuahua en contra de César Duarte y su proceso. La justicia debe acompañarse de humanidad y respeto a los derechos inalienables. La ausencia de corazón ciega a los gobernantes autoritarios. Un simple recuerdo de lo vivido podría regresarle la vista y el corazón a Maru Campos.
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