Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Rusia perdió casi dos décadas, pero si Yeltsin se creía un Moisés salvador de su pueblo, Putin añora y reclama su vieja y poderosa Unión Soviética. Rusia es el país territorialmente más grande del mundo y sumamente rico en todo su suelo; en sus más de 17 millones de kilómetros cuadrados produce más de 10 millones de barriles diarios (mdbd) de petróleo, siendo el segundo productor, detrás de Estados Unidos.
Tiene casi 7,000 ojivas nucleares y es el segundo lugar en ese poderío, solamente superado por EU. Tiene poder de veto en la ONU junto a China, Francia, Inglaterra y EU y el cuarto presupuesto militar del mundo, con más de 60 mil millones de dólares (mmdd).
La condición humana carece de límites y el libre albedrío nos lleva a quererlo todo. Putin, oficial de la KGB (servicio de seguridad soviético), fue elegido por el presidente Boris Yeltsin y su círculo íntimo para liderar el ingreso de Rusia en el siglo XXI. La enfermedad lo alcanzó y en 1999 Putin se encontró con una Presidencia.
Valentín Yumashev (periodista) jugó un papel clave en la llegada de Putin a la presidencia de Rusia. Yumashev, uno de los asesores más cercanos de Yeltsin -y futuro esposo de su hija, Tatiana- fue quien en 1997 le dio a Putin su primer trabajo en el Kremlin.
Anatoly Chubais, administrador saliente de Yeltsin, le dijo a Yumashev que conocía un buen gerente para ser su vice (segundo de a bordo) en la jefatura de Gabinete de Estado. Era brillante formulando ideas, analizando y argumentado sus planteamientos recuerda Yumashev. Cuando Yeltsin analizaba entre su equipo para dejar sucesor preguntó a Yumashev: ¿Qué opinas de Putin? Creo que deberías considerarlo junto a los otros tres, está claro que sabe trabajar y está listo para mejores cosas.
En agosto de 1999 lo nombró primer ministro, metiéndolo de lleno en la carrera junto a otros tres funcionarios y amigos de Yeltsin. En julio del año 2000 Yeltsin tenía decidido retirarse, pero de manera sorpresiva convocó en diciembre de 1999 a un pequeño grupo de colaboradores y a su hija Tatiana, Putin entre ellos, y les dijo que se iría el día último de ese mismo año, rememora Yumashev: yo, Voloshin, Putin y la hija de Yeltsin, Tatiana.
Yeltsin no se lo dijo ni a su esposa. El discurso lo escribió Yumashev, quien es el autor de la famosa frase de Yeltsin “les pido perdón”, refiriéndose al pueblo ruso, por el sufrimiento de la última década, desaparición de la URSS y caída del Muro de Berlín, con las consecuencias.
Fue así, como desde un tercer nivel subió al primero y cinco meses después, asumió como presidente en funciones, por la renuncia de Yeltsin. Tres meses después gana la Presidencia. Para sostenerse y ganarse al pueblo de Rusia propició genocidios contra chechenos, con parte de la responsabilidad en la II Guerra Chechena de 1999 a 2009, convirtiendo a esta región en una de las más inestables del Cáucaso, y de chechenos contra su propio pueblo, como lo ocurrido en el Metro que dejó más de 120 muertos. Nada lo detuvo, ni la muerte de miles y miles de personas.
Hoy tiene 21 años y dos meses en el poder, y puede permanecer hasta 2036 según las leyes de Rusia, obvio que él impulsó los cambios, incluyendo el periodo en que puso a uno de los suyos (Dmitri Anatólievich Medvédev) como presidente y a él mismo como primer ministro.
Putin añora el pasado, él sufre de nostalgia y pretende revivir aquel imperio llamado URSS, de cuya caída culpa a las centrales de inteligencia de occidente. Putin no confía en nadie, deja acercar a sus amigos de infancia y a ex compañeros de la KGB, pero su misión es clara: reconstruir aquel poderoso grupo de repúblicas.
Putin sabe que una guerra nuclear no se dará, lo sabe porque está dispuesto al riesgo que otros ni siquiera se atreven a pensar. ¿Una guerra convencional? Es lo que hay en este momento y Ucrania ya está paralizada con los bombardeos quirúrgicos de los dos días y medio que llevan peleando. ¿Estados Unidos, la Unión Europea? ¿Hasta dónde querrán llegar? Escucharán o dejarán hacer, dejar pasar…
Si cometen el error del inglés Neville Chamberlain, podría pasar lo que pasó con Hitler. Wiston Churchill se los dijo: él no se detendrá. Yo digo que Putin tampoco.
Terquedades
Les dio la primera señal en 2008 cuando intervino en Georgia. La segunda en 2014 con la península de Crimea. La tercera al respaldar a los rebeldes anti Kiev en Donbas, en el este de Ucrania.
Ahora, con su invasión, deja claro que va por la reparación de lo que él mismo llamó: “la más grande catástrofe geopolítica del siglo XX”, refiriéndose al colapso de la Unión Soviética. Desafortunadamente Ucrania no es el fin, si la consigue irá por más.