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Metaverso: la vida que viene

Aída María Holguín Baeza.- Ciertamente, como muchos lo afirman, en pleno 2022 aún es difícil definir qué es el metaverso que inspiró a Mark Zuckerberg a cambiar el nombre de su compañía, Facebook, a Meta.

O sea, como dijo Eric Schmidt, exdirector ejecutivo de Google, aunque todavía no hay un acuerdo sobre qué es el metaverso, hay una empresa que ya cambió su nombre antes de definirlo. Cosa que, por obvias razones, llevó a propios y extraños a pensar que Zuckerberg quería imponer su propio concepto de lo que es el metaverso; término que, por cierto, data de 1992 pero del que, tres décadas después, no se sabe a ciencia cierta qué es o en qué consiste.

Todo comenzó cuando Neal Stephenson, en su novela de ciencia ficción “Snow Crash”, describió un mundo tecnológico virtual, denominado metaverso, en el que las personas son piezas de software llamadas avatares que, a decir del mismo Stephenson, son los cuerpos audiovisuales que utilizan las personas para comunicarse entre sí en el metaverso.

Claro está que, al tratarse de una novela de ciencia ficción, lo imaginado y narrado por Stephenson era solo eso, una historia producto de la imaginación y la especulación racional basada, en este caso, en los avances científicos, tecnológicos y de inteligencia artificial y su impacto en las personas y en la sociedad. Pero bueno, como suele suceder, el tiempo pasó y la realidad comenzó a igualar a la ficción.

Total que han pasado 30 años desde que Neal Stephenson acuñó el término “metaverso” y ahora ya no es cosa de la ciencia ficción, sino de la realidad. Y es que, aunque algunos se siguen cuestionando si el metaverso ya está aquí o se está creando, la evidencia indica que ya está aquí (gran parte de nuestra vida se desarrolla en un mundo virtual en el que nos conectamos para interactuar y comunicarnos). Sin embargo, también es evidente que el metaverso que ahora se concibe y se plantea -de acuerdo con los avances tecnocientíficos- está en constante desarrollo. Y es quizás por eso que resulta casi imposible llegar a un acuerdo sobre qué es y, sobre todo, cuál es su verdadero alcance.

El asunto es que, en definitiva, ya existe un mundo virtual y un metaverso que -sea lo que sea- ya está aquí, y en ese metaverso están sucediendo cosas inimaginables que no necesariamente serán para el bien de la humanidad (“El metaverso es el patio de recreo ideal en el que la IA puede desahogarse. Cuantos más humanos se pierdan en él, más control tomará la IA. Eso es seguro”, dijo Murat Durmus). Y ahí, en ese universo virtual, es donde todo parece indicar se desarrollará gran parte de la vida que viene (para todos, y en un futuro no muy lejano).

A modo de reflexión, en esta ocasión concluyo citando lo dicho alguna vez por el empresario, escritor y conferencista chipriota Arian Adeli Koodehi: El metaverso puede traer muchas aplicaciones que cambian la vida a nuestra vida diaria que nos beneficiarán. Sin embargo, que nuestras vidas digitales se vuelvan más importantes que nuestras vidas físicas no es el tipo de vida que ninguno de nosotros debería querer llevar”.

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