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Penalizar a quien consuma animales domésticos

Diputado Omar Bazán Flores.- En promedio, hace unos 15 años, los Congresos de los Estados de la República Mexicana legislaron a fondo en contra del maltrato animal e impusieron penas ejemplares a los perpetradores.

Este aspecto ha servido para acabar poco a poco con comportamientos violentos que los dueños solían tener con sus mascotas.

Las modificaciones sirvieron ampliamente. Se puede decir que generaron una mayor empatía social hacia la protección y por ende un aumento en la denuncia de los casos.

En el Congreso local he propuesto una iniciativa para seguir avanzando en tener una convivencia más sana con los animalitos domésticos.

Se trata de penalizar a quien consuma animales domésticos, sea para alimentación, obtención de materias primas para elaboración de productos o realización de prácticas religiosas.

Si bien, el consumo de animales domésticos, tales como perros y gatos, es un tema que genera un intenso debate y suscita profundas reflexiones éticas, culturales y legales, se han examinado las perspectivas sobre esta práctica, abarcando su utilización para alimentación, obtención de materias primas y realización de prácticas religiosas.

En un mundo cada vez más globalizado, donde las culturas y tradiciones se entrelazan, es crucial abordar esta cuestión con una mirada amplia y comprensiva.

Desde un punto de vista ético, el consumo de este tipo de animales se enfrenta a una fuerte oposición en muchas sociedades. Los animales como perros y gatos son comúnmente vistos como compañeros y miembros de la familia, lo que hace que su consumo sea considerado moralmente inaceptable por muchos.

Esta percepción está profundamente arraigada en el concepto de bienestar animal, que promueve la protección y el respeto hacia los animales, reconociéndolos como seres capaces de sentir dolor y sufrimiento.

El filósofo Peter Singer, en su obra “Animal Liberation”, argumenta que el sufrimiento de los animales debe ser tomado en cuenta de manera similar al sufrimiento humano.

De ahí que el consumo de animales domésticos no solo sería innecesario, sino también cruel, ya que existen alternativas alimentarias y materiales que no implican el sacrificio de animales con los cuales los humanos han desarrollado una relación de compañerismo.

El consumo de animales domésticos para alimentación, obtención de materias primas o prácticas religiosas es una cuestión que desafía las nociones establecidas de ética, cultura y ley.

Para avanzar en este debate, es esencial adoptar un enfoque que equilibre el respeto por las tradiciones culturales y religiosas con la promoción del bienestar animal y la coherencia legal. La educación y la sensibilización sobre el bienestar animal pueden ser herramientas poderosas para fomentar un cambio de actitud antes de recurrir a la penalización estricta.

Hemos ponderado que cualquier medida que se tome debe ser inclusiva y respetuosa, reconociendo la diversidad de prácticas y creencias en nuestro mundo globalizado.

Solo a través del diálogo y la comprensión mutua podemos aspirar a encontrar soluciones que respeten tanto los derechos de los animales como las libertades culturales y personales de las personas.

La sanción sería a partir de la incorporación de una fracción IX, en el artículo 366 Bis, que quedaría así:

(Penalizar) IX. A quien consuma animales domésticos, sea para alimentación, obtención de materias primas para elaboración de productos o realización de prácticas religiosas.