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Mañana no puede ser siempre una promesa

Dr. Arturo Castro.- Para la sociedad en general la política es la misma de siempre, las personas opinan pero no deciden, los políticos en el poder público toman su responsabilidad en base a una serie de intereses; el económico es el primero. La élite política también ha degustado buenos vinos y buenas mesas.

El presidente de México dice que es pecado robar, la política tiene personajes que han hecho su riqueza a base de ella, otros que sin ser pobres viven bien y los más son aquellos que trabajaron y no les tocó nada.

La promesa política es un instrumento para llegar al poder, las campañas políticas son el medio ideal para exponerlas y venderlas a un público cautivo, sirven para ofrecer un mañana mejor para las familias, y con ello tener un modo digno de vida.

Un modo de vida con buena educación, buenos servicios públicos y un buen sistema económico que les permita adquirir los bienes básicos, la promesa política yace por doquier, los emisores fueron los beneficiados políticos de siempre que tienen ranchos en Chiapas, por mencionar un ejemplo.

La sociedad vibra en cada elección, le entrega el alma entera a los candidatos de su preferencia, es un amor cuya ingratitud regresa sin respuesta, el olvido es la duración del gobierno electo, aparecen despensas para mitigar cualquier efecto de duda de que se trabaja para el pueblo.

El mañana nunca aparece, la pobreza es la de todos los años, es la misma de hace décadas, la fuerza de la política es la influencia de que algo mejor aparecerá, se hacen extensivos beneficios sociales como un regalo espiritual, becas al que no hace nada y pago de impuestos al que trabaja.

La locura rebasa el engaño social, no es un mal menor, la culpa es de un sistema, no de algún partido político de los tres que ha estado en el poder después de la Revolución Mexicana, la corrupción alcanza celebridad porque nadie la combate, se ofrece como discurso o como venganza solamente.

El neoliberalismo continúa existiendo en realidad, en el discurso se está eliminando, no puede haber mejor ejemplo de inversión privada que la de Carlos Slim con Grupo Carso, de TV Azteca, que se lleva un equipo del futbol nacional a Mazatlán, no importa la sensibilidad michoacana, es el poder del dinero en un gobierno cuasi socialista.

Eso sí, se dice que el pueblo es primero, pero consumiendo lo que el capitalismo produce, el gobierno no toca a los empresarios dueños del país, ese dos por ciento de clase privilegiada con el don del dinero, el 98 por ciento vive su propio escenario de vida en base al trabajo que realiza día a día.

La vanidad de vanidades está en la mañanera, que informa y desinforma, que de lo que se trata es de salir a hablar de cualquier cosa, desde los solidarios con el gobierno hasta los adversarios que nunca tendrán una bofetada porque tenemos un gobierno evangélico.

La religión manda en lo espiritual, en las instituciones públicas se requiere de acciones concretas que presenten resultados, el voto de los electores ha puesto una vez más un gobierno de bobos en lugar de un gobierno de sabios.

Y digo una vez más, porque lo ha hecho en muchas ocasiones, el actual gobierno solo es un producto del rechazo a regímenes anteriores, de abuso gubernamental y de falta de profesionalismo a la hora de ejercer el poder público.

Si se tiene una relectura de lo que ha pasado nos encontraremos con las acciones que han permitido amasar cuantiosas fortunas, un profesor de primaria Hank González que fue dueño del Estado de México, un Dante Delgado dueño de un partido político, un ciudadano equis que tiene casinos, etc. ¡Da pena pero existe!

Elba Esther Gordillo, la maestra, ya podrá ir nuevamente a San Diego, California, a disfrutar de libaciones y compras en exóticos centros comerciales, se decía enferma, hoy goza de cabal salud.

La política deja un conocimiento al participar activamente, es extraño pensar que las cosas pudieron ser mejores en un sistema dominado por los intereses creados de grupo, véanse cuántas empresas nuevas son proveedoras del actual gobierno federal

El repudio al neoliberalismo es un discurso. México tiene un sistema capitalista que se basa en la compra-venta de bienes y servicios, todo se mueve con dinero, por eso el gobierno está atento a donarlo a una gran cantidad de mexicanos, en lugar de ofrecer mejores servicios públicos.

Lo que se compra es una vida de engaño, se rebasa el interés social por dádivas, los liderazgos comunales tienen el orgullo de creer que son la base de un sistema político, solamente son usados con el mensaje de que el presidente los saluda.

Los políticos pueden hacer más, pero el sistema reniega de cualquier cambio, el discurso de una cuarta transformación es la mentira del sexenio, la violencia sigue igual, la pobreza está estancada, el mercado está cerrado por aquello que se definió como pandemia Covid-19.

Nada ajeno a la persona le generará felicidad o paz, todo es aparente, nada es real, excepto aquello subjetivo que se cree, es verdad.

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