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Los chicuarotes

La misión de los políticos no es la de gustar a todo el mundo. Margaret Thatcher, ex primera ministra inglesa

Cuauhtémoc Monreal Rocha.- Pandemia de México, azote de los mayores, para engrandecerte… ¡Ah jijos! Ya nos fuimos con el juramento a la bandera, perdón, pero es que el calorón nos trae más idiotas que de costumbre, pero ya pasará; lo que no tiene para cuándo es el señor Corona Virus; esperemos que la ciencia, dentro de su lentitud, pronto encuentre una solución a esta viral pandemia

El término los chicuarotes, según el tumbaburros, es un gentilicio de los habitantes de cierto pueblecillo del rumbo de Xochimilco y un dizque cineasta de los de hoy, filmó, bajo este título, una fea película que, para variar, trata sobre la miseria y los vicios ancestrales de las barriadas del otrora Distrito Federal, siendo los protagonistas un par de granujas, para aplicar el gentilicio en sentido familiar.

Y en ese sentido, nos vamos a referir a la reunión que tuvieron los chicuarotes de México y Estados Unidos, o sea, los presidentes de ambas naciones, quienes ya tienen tiempo viviendo un tórrido e hipócrita romance político, que ha sido severamente criticado por los politólogos de ambos lados de la frontera, unos a favor y otros en contra, pero nadie indiferente “i’ñor”.

Fue una visita rápida, de doctor, casi, casi de… comes y te vas, pero que tanto a Andrés como a Donald, les dio tiempo para mostrar su hipocresía, apegados a la diplomacia, donde cada uno de los mandatarios, nos guste o no, obtuvo su parte y por unos instantes, el muro, la pandemia, los migrantes y el tráfico de armas y drogas no se tocaron porque no convenía, de momento, a los intereses de ambos chicuarotes. Ta’ bien hombre, de ambos mandatarios.

Lo importante es que el presidente mexicano ya salió a respirar otros aires y lo hizo en grande y con la apertura de lo que nosotros sarcásticamente llamamos el Tratado Marcelo Ebrad Casaubón (T-MEC), algunos beneficios le llegarán a nuestro subdesarrollado país, pues aunque quisiéramos, no podemos ponernos al tú por tú con Canadá y muchos menos con nuestros queridos primos los güeros.

Después de terminada la reunión de los dos Jefes de Estado y la pachanga en la embajada mexicana, se rompió la taza y para cada quien para su casa y los chicuarotes, cual seres antropomorfos, se transformaron, uno en pato que se quedó nadando en el estanque del monumento a Washington y el otro, convertido en ganso, se regresó a nadar en el lago de Chapultepec. Ojalá siga el idilio entre ambos personajes, para beneficio de nos. Vale.