Inicio Perspectiva El renacimiento económico y social de México (II)

El renacimiento económico y social de México (II)

Candelario González Villa.- Continuando con nuestro tema de la semana pasada, relacionado con el renacimiento económico y social de nuestro país, el nuevo proyecto de nación señala que las políticas públicas de fomento (en las áreas agrícola, manufacturera, turística y de infraestructura, entre otras), deben contemplar el ámbito regional no solamente como objetivo, sino considerando a sus pobladores como sujetos activos y participantes en el diseño y la ejecución y participantes en el diseño y la ejecución de los programas que les atañen.

Es prioritario para el nuevo gobierno, el desarrollo del sureste, que padece desde hace siglos la paradoja de ser la región con más riquezas naturales (petróleo, gas, agua, biodiversidad, patrimonio cultural y potencial turístico), pero cuya población vive en la pobreza por una inadecuada distribución del ingreso nacional.

Es tiempo ya de reivindicar a los estados del sureste con la participación conjunta del sector público, social y privado para llevar a cabo un plan de desarrollo integral que contemple la explotación racional del gas y del petróleo, la modernización de las hidroeléctricas de los ríos Grijalva y Papaloapan, el manejo del agua, la reforestación, el fortalecimiento del sector agropecuario, la construcción de refinerías, puertos, vías férreas, carreteras y desarrollo social.

En el terreno de lo programático, actuaremos con el mayor realismo posible y sin ocurrencias o engaños, habrá claridad de propósitos, estrategias bien definidas, prioridades y metas de corto, mediano y largo plazo.

Un gobierno debe convocar la esperanza, pero sin caer en falsas promesas porque terminará enredado en su propia demagogia. Debemos estimar con la mayor precisión posible, el costo de los programas de inversión y su viabilidad económica y social. Esta será la brújula del plan de desarrollo que se presentará posteriormente.

Agrega que formará parte de la estrategia del gobierno democrático evitar la dispersión para concentrar recursos, tiempo y talento a proyectos de gran impacto colectivo. Es decir, nos ceñiremos al dicho popular “el que mucho abarca poco aprieta”. Así, serán pocos proyectos, pero mejores.