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Lo que no se ha dicho sobre el tratado de aguas

Marcos Barraza Urquidi.- Si usted toma entre sus manos un mapamundi verá que las grandes ciudades se fundaron al margen de los grandes ríos, el Támesis, el Tíber, el Danubio, el Sena, el Volga en Europa; el Nilo en África, el Tigris y el Éufrates en el Medio Oriente, etc. También a la orilla de estos ríos verá grandes campos agrícolas que producen los alimentos para la humanidad por la sencilla razón que el agua es la condición para que se dé la vida.

Pero, ¿de quién es el agua? Si le pregunta a un chairo cavernícola gritará furioso: ¡El agua es de todos! ¡El agua no es de Chihuahua! ¡UNGA! ¡CHACA! ¡UNGA! ¡Las televisiones son de todos! Mandemos al INEGI a que revise las casas y el que tenga más de una televisión que la comparta, no es justo que haya gente que tiene más de una televisión ¡UNGA CHACA UNGA! 

Si algo ha estado legislado y reglamentado desde la antigüedad hasta el día de hoy, es el uso del agua, cada metro cúbico de agua tiene un dueño y un destino.

Las lluvias no tienen palabra de honor, hay años que llueve mucho y otros que solo chispea, por lo cual el caudal del río varía en las diferentes épocas del año y de lustros. Por lo que de bote pronto se antoja hacer represas, pero a los que están aguas abajo los dejan sin agua y reclaman, es por esto por lo que es importante que se legisle a través de toda la trayectoria de un río.

La principal premisa es almacenar para consumo humano y agrícola, esto es, asegurar la vida humana, por lo que las presas tienen que hacer una reserva para estos fines.

Después viene otro evento, las presas no tienen una capacidad ilimitada por lo que llegado cierto nivel tienen que abrir las compuertas para liberar excedentes o como le dicen los que saben las “demasías”, al río lo alimentan también pequeños arroyos o “escurrimientos” por lo que aguas abajo les llegan las demasías y los escurrimientos.

A lo largo del río se construyen varias presas formando sistemas, en México tenemos que sobre el río Balsas se construyeron varias hidroeléctricas como “El Caracol” y “El Infiernillo”, lo mismo sobre el Grijalva, está Chicoasén; por cierto recién salido de la facultad, ahí tuve el gusto de conocer a Don Manuel Moreno Torres, a quien le tocó negociar la nacionalización de la industria eléctrica, en el sexenio de Adolfo López Mateos y con López Portillo regresó como subdirector.

En el caso del tratado tenemos como gran protagonista el río Colorado que nace en las montañas Rocallosas y atraviesa los estados de Colorado, Utah, Arizona, Nevada y California hasta cruzar la frontera y bañar tierras de Baja California y Sonora terminando su viaje en el Mar de Cortés.

Cuando usted viaja por la carretera 5 rumbo a San Diego se encuentra con el Valle Imperial, una región agrícola muy importante, puede ver kilómetros de plantaciones y maquinaria agrícola en la carretera; por la parte mexicana sucede lo mismo cuando viaja de Sonora a Baja California y si lo hace por avión verá enormes círculos verdes en el desierto, son plantaciones regadas por aspersión.

Si su viaje es por carretera, subiendo por La Rumorosa podrá ver unos enormes tubos trepando por los cerros de Mexicali hasta Tecate, ahí tuve el gusto de conocer al Ing. Moreno, hijo de Don Manuel Moreno, quien realizó la obra y nos platicó a su sobrino y a mí los detalles y anécdotas de esa magna obra.

Estaba (años 80) planeando hacer una obra semejante para llevar agua al Valle de Guadalupe en Ensenada, Baja California, ya que los mantos acuíferos de esta región vitivinícola estaban sobreexplotados y había el riesgo de que los mantos de agua salada “inundaran” los de agua dulce, treinta años después regresé a Ensenada y la obra seguía en proyecto, las profecías del Ing. Moreno se cumplían, había ya salinidad en el agua de los pozos.

Este río es parte importante del tratado y de la vida de estas ciudades. A bote pronto pareciera que el tratado fuera muy benéfico para México porque nos dan más agua que la que les regresamos, pero hay que tener en cuenta que en el tiempo en que se firmó el tratado era prácticamente imposible detener el total del cauce del Colorado.

En el tratado, ellos pueden reducir la cantidad de agua sin que disminuya la cantidad que nosotros tenemos que entregarle, esto en su tiempo lo pelearon algunos mexicanos, entre ellos el querido Beto Torres, pero los acuerdos bajo la mesa de nuestros políticos revolucionarios han tenido más peso que el concepto de patria. Por cierto, ¿saben de un político actual que no saluda a la bandera, ni canta el himno nacional?

Si bien los ríos avanzan sembrando vida, el hombre no siempre le corresponde y les arroja basura y contaminantes, esto también ha sido motivo de problemas y discusiones. A fines de los sesenta y principios de los setenta la salinidad de las aguas que nos entregaban fueron motivo de discusión entre ambos países que llevaron a tratar las aguas residuales en EU antes de regresarlas al río.

En los años setenta teníamos en el poder al gran demagogo de México, Luis Echeverría, acusado por la oposición de ser agente de la CIA. Treinta años después, al desclasificar las cintas del gobierno de Nixon, se comprobó que Echeverría era un títere de Nixon, pero en su tiempo se alzó como paladín de la justicia, protector de los pobres y azote de los malvados ricos.

Con permiso de Nixon fue al congreso de los Esados Unidos y en un emotivo discurso demandó la salinidad del agua, ahí quedó para la historia el culmen de su discurso. “¿Cómo es posible que resuelvan sus grandes problemas con sus enemigos y no resuelvan pequeños problemas con sus amigos?” El cielo se abrió y sus aplaudidores entraron en frenesí.

En aquel entonces Nixon estaba enfrentado con su propia gente por la guerra de Vietnam y encargó a Echeverría que controlara a la izquierda en Latinoamérica, tal como revelaron las cintas desclasificadas de las conversaciones de Nixon. 

Hoy tenemos a otro izquierdista radical y muy obediente a Trump que manda a la Guardia Nacional a abrir las presas y derramar las reservas que los agricultores tienen para su siguiente ciclo, contraviniendo el espíritu del tratado para favorecer a sus “cuates” socios de Tamaulipas.

Es triste ver cómo se repite una y otra vez la historia de México, cuando maleantes de la izquierda radical suben al poder.

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