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La vida social de uno mismo

Dr. Arturo Castro.- La historia de la humanidad parece infinita, según las teorías existentes el origen del hombre pudiese estar en el universo, en el reino animal o en la divinidad, las circunstancias definen los pasajes y los paisajes que a través del tiempo son contados.

Seres extraterrestres, Carlos Darwin, Adán y Eva, entre otros, parecen causales de un gran debate en la gran definición del inicio de inicios, entre los cuales la mitología griega fue un gran descriptor del mundo animal con actitudes  humanas, combinación que a la fecha existe.

La prehistoria refleja la aparición de las tribus nómadas como aporte de la vida en conjunto y por ende en sociedad, una sociedad dedicada a cazar mamuts para alimentarse y vestirse contra las adversidades del clima.

La vida siempre se ha celebrado al igual que la muerte, es un ciclo terrestre en el que se hace lo que se puede y no lo que se quiere hacer, el enfoque puede ser maravilloso mientras se tenga la intuición de lo que sigue, de ahí la importancia de la iglesia universal.

Una iglesia que da libertad de creencia sin imposición de algo en particular, es la fe que se profesa sin presión de algo o de alguien en particular, el líder nace en uno mismo según se crea o no en algo, quienes niegan tal derecho lo ceden a personas que dirigen su vida a cualquier destino.

El líder no nace, se hace, a pesar de que la oportunidad es para cualquiera, desde aquel intelectual hasta el vago de la esquina, lo que se necesita es abanderar lo que las masas sociales no hacen, el líder representa los más variados intereses, teniendo su ganancia al por mayor.

La fuerza acompaña a quien abre la puerta para que otros pasen, otorgándose la confianza de la dirección de una sociedad que parece que no sabe lo que quiere, léase la gobernabilidad con distintas ideas pero con los mismos hombres y mujeres, que a conveniencia fundaron partidos políticos patrimoniales.

El problema es que existe una sociedad dispareja, son las mismas clases sociales en las últimas décadas a pesar de los cambios políticos reclamados por la sociedad a la que le gusta hacer lo que hace, que es aquello de ser inquisidora en cada elección.

A la sociedad cansada de las falsas promesas, le creo el clamor del cambio, que llega para ser igual que antes, es aquella vida personal  que ofrece y quita, hoy es hoy y mañana también lo será en la eterna búsqueda de la verdad, diría por aquella histórica caja de Pandora pendiente de abrirse.

La sociedad testarudamente se siente patriota y lo es, el problema es el rumbo que cambia al corto plazo sin chistar, no considerando que el mayor compromiso es con uno mismo, ya sea como ermitaño o de vida en sociedad.

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