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La última y nos…

Dr. Fernando Antonio Herrera Martínez.- Ante el fracaso de la Reforma Electoral en el Congreso de la Unión, donde no se alcanzó la mayoría calificada de dos tercios de los presentes, el presidente optó por la única opción que le quedaba: sacar el Plan B y modificar con mayoría simple (50% + 1) las leyes secundarias, sin cuidar que alguno de esos cambios pasara por encima de la Constitución.

No es la primera vez que se viola la Carta Magna. Solo un ejemplo: en nuestra máxima ley dice que la Guardia Nacional debe ser civil y no les importó militarizarla con una ley secundaria, dándole un pisotón a la Constitución. Ahora van siete violaciones a la Constitución en los cambios aprobados en leyes secundarias.

La negociación de Ignacio Mier con el PT y el Verde para la transferencia de votos y garantizar su registro a futuro, fue más allá de lo que el presidente había autorizado; es decir, él había dejado que se violara siete veces, pero no ocho la Constitución, por lo que en la Cámara de Diputados se canceló de último momento ese párrafo del Plan B, y como la Cámara de Senadores ya había cerrado el periodo de sesiones, el tema pasó al siguiente periodo.

Ese retraso impidió que consumaran el crimen constitucional desde antes, pero ahora que reanuden se da por hecho que el Senado apruebe con mayoría simple ese tema. Pero, aunque lejana, queda una posibilidad de que se cancele ese Plan B.

Las controversias constitucionales que serán presentadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación son la última posibilidad de que ese Plan B sea rechazado, pero se requieren de ocho votos de los magistrados de los once que conforman su pleno. La salida de Zaldívar y la entrada de Norma Piña a la Presidencia puede darnos una esperanza o de plano un mazazo inconstitucional a todo el pueblo de México.

Más allá de lo que quiere el presidente con su transformación o 4T, sería una vergüenza internacional que la SCJN actuara en consonancia con el presidente y votaran siete a cuatro o incluso seis a cinco con el voto de Zaldívar (que anda buscando chamba) y se consume el desastre constitucional. Así, la esperanza estriba en la pura vergüenza y moral que tengan los magistrados para hacer valer la Constitución o pisotearla.

En el pasado, los magistrados siempre obedecían al presidente, pero no se recuerda una propuesta tan descabellada que los llevara a la ignominia de la historia, como ahora si avalan ese Plan B. En otras palabras, volveríamos a los tiempos en que un solo partido, el PRI, hacía lo que se le daba la gana con las elecciones.

Esa es la transformación que nos espera si los magistrados no alcanzan los ocho votos. Las llamadas elecciones de estado que manejaba el gobierno a su antojo y ganaba el que quería el presidente. Sería el adiós al INE, bienvenido o malvenido el autoritarismo, según quiera creer cada quien.