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La segregación política de los contrarios

Dr. Arturo Castro.- La política parece una calamidad, existen personas que ocupan cargos públicos en cualquier nivel de gobierno y no son políticos, pueden ser técnicos, amigos del jefe u oportunistas. El problema es grave cuando se piensa lo contrario.

La sociedad merece respeto, pero está a merced de la política de bajo nivel, aquella de la discordia, de la venganza y de la distracción, se busca la descalificación de quienes no piensan igual, el argumento para amenazarlos con la aplicación selectiva de la ley.

Existen muchos casos con una historia lamentable, se habla todos los días de corrupción gubernamental, seguramente seguirá el juicio del futuro acerca del presente, si de irregularidades se trata, que tire la primera piedra el político que se sienta libre de pecado.

La pregunta es si alguien se puede resistir a recibir prebendas a cambio de contratos, a prescindir del tráfico de influencias, al nepotismo eternamente denunciado y no enunciado en ninguna ley, el esposo que deja a la esposa de gobernadora, el hermano que deja a su hermano en la misma posición.

No existe un aparato normativo u operativo para terminar con los males de la política frente a la sociedad, la similitud existe en todos los gobiernos ya sean liberales, conservadores o transformadores, la política siempre fue, es y será igual, decía Don Teófilo Borunda.

El gobierno es una responsabilidad mayor pero parece un juego en el que la soberbia personal aparece como un enaltecimiento a la nobleza medieval, se observan los perfiles de quienes gobiernan y van de Juniors a políticos con ambiciones desmedidas.

La verdad aparece en cada instante, es la realidad del momento, cada quien tiene su verdad, todo el país conoce que la corrupción existe, que no solamente es robar, sino dejar de hacer lo que se tiene que hacer, las arterias y el corazón del gobierno son los mismos aunque últimamente han cambiado de forma de pensar.

Gobiernos de diferentes partidos han llevado a México a lo mismo, es la lucha Centro Izquierda contra la Centro Derecha, PRI o PAN, como sucede en los Estados Unidos de América que tienen al Partido Demócrata y al Republicano.

El Partido de la Revolución Democrática y MORENA posteriormente, son escisiones del Partido Revolucionario Institucional, son priistas lastimados por no obtener los beneficios de la candidatura deseada.

Los actores son los mismos de las décadas pasadas, presumen traje nuevo pero el cuerpo ha envejecido y las ideas también, su expediente está abierto al análisis público, la ruptura con la disciplina partidaria es de un interés que confunde.

La moralidad pertenece a los políticos de hoy, como lo fue con los de ayer, se adopta el mismo discurso de reprobación y se la pasan lamentando los quehaceres de sus antecesores, lo que pasó es cosa del pasado y lo legal ahora es ilegal.

Tener posiciones alternativas en base a la descalificación de los contrarios representa una justificación ante la nulidad de resultados motivando a la sociedad el desprecio a los antecesores y el aprecio momentáneo a quienes hacen política en el presente.

De ahí que el Partido Revolucionario Institucional esté desaparecido del escenario, antes se decía que el que se mueve no sale en la foto, hoy es una realidad contraria, si el político habla, critica o se hace notar inmediatamente es segregado y es carne de cañón para algún penal del país.

Por ello nadie desea crear una controversia con el actual gobierno, que ve en la venganza aquellos años de marginación imaginaria porque siempre se vivió de alguna manera del presupuesto público.

Los García Luna, los Duarte, los Cienfuegos son casos que parecen aislados, muchos políticos tienen su barba remojando, incluso los actuales en alguna responsabilidad, la política como el arte de tragar sapos sin hacer gestos ha cambiado.

Ha cambiado por la intolerancia social alimentada por políticos mesiánicos, la segregación es que algunos opinan a favor y son los activos de una transformación fantasma, otros opinan diferente y se convierten en una disidencia que los lleva a la marginación pública y a la incomunicación, séase senador, diputado o gente del común.

La segregación de los contrarios es la política de hoy, como lo fue ayer y se verá mañana.