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La pasión por las mentiras

Dr. Arturo Castro.- Se ha vivido todo un sexenio de ensueño, de gratos momentos que han dignificado la vida social en el país; se da la bienvenida a un país mejor denostando aquel pasado que tiene el peso de una loza, a decir de Palacio Nacional.

Hoy se tiene lo mismo de siempre, pero con diferente visión, que va de la imaginación a la fantasía en todos los sentidos y rubros de la vida cotidiana, el mexicano es feliz por declaratoria oficial.

El sexenio gubernamental que está por terminar se ha destacado por el énfasis en dividir, de enjuiciar y de culpar a diestra y siniestra, tomando ejemplo de personajes como el Quijote que inventaba enemigos en los molinos de viento.

La voz presidencial tiene el valor de cualquier decreto, esto es, se hace porque se hace, sin correcciones y sin preguntas; entonces surgen candidatos propios y ajenos a puestos de elección popular, propuestas magistrales de ministros y burlas a un rector o presidente sudamericano.

La mentira oficial al parecer no es nueva, por la intensa práctica de su ejercicio a través del tiempo. Lo nuevo es la presunción acompañada de risas y sonrisas que refleja el discurso mañanero de todos los días.

Van de la entrega de un bastón de mando, de autogoles, de comparaciones médicas con Dinamarca, de erradicación de la corrupción y de la nueva enseñanza en educación básica.

Lo anterior son algunos ejemplos del engaño popular de parte del mejor presidente de todos los tiempos, el que regala dinero por doquier, para lo cual pone a trabajar las impresoras del Banco de México llenando las bodegas de billetes y monedas.

Es una cuarta transformación que no alcanza a transformar a los enfermos de cáncer, a los deportistas de alto nivel, a los empleados del Poder Judicial, en sí, a toda una sociedad que llena los estadios con acarreados, igual sí, que en el pasado que se cuestiona bárbaramente.

Una mentira fue que la tierra era plana, otra los fraudes electorales de 1988 y 2006, una más que a los niños no les daba Covid 19 y a los adultos que les dio, nunca una vez más, que el director de PEMEX es un hombre honesto en gobiernos anteriores y sus compañeros del gabinete no.

Quien vive de y en la mentira es un mitómano en grado alto, lo es aquel que califica y descalifica sin mirar a quién y sin saber por qué, es quien habla por hablar con tal de ser el centro de atención.

La pasión por las mentiras viene del ingenio y de la persuasión que otorga el poder frente a una sociedad siniestrada por la palabra en primera instancia y maltratada presupuestalmente a posteriori, quitando fideicomisos y haciendo obras simbólicas que hagan historia.

La pasión por la mentira es una locura que domina a alguien que ya sabes quién. Triste futuro para México con una candidata que ríe todo el tiempo, otra con una seriedad infinita, al menos eso parecen ser y uno más que basa su campaña en la influencer más cercana.

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