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La otra pandemia

Daniel Valles.- La corrupción es la otra pandemia, una que hemos vivido desde siempre, pero que en tiempos del Coronavirus, se ha acentuado en América Latina. Los derivados de esta pandemia se muestran de tan variadas formas que se puede decir que “mutan”.

Robo, mentira, tranzas, abusos de todo tipo, alteraciones de facturas, pérdida deliberada del tiempo en el trabajo, burocratismo, favores sexuales, chantajes, violencia, asesinatos. La lista se hace interminable.

La corrupción es una falta moral. Por eso muta de esta forma. Tiene que ver con el carácter de la gente, la que comete las diferentes acciones que violentan una ley o una norma. Ergo, es una falta a la ética. Daña y rasga el “tejido social”. Genera la inseguridad que vemos en las calles y en los hogares.

La integridad es una de las “vacunas” conocidas para combatirla. La que debe de administrarse al aceptar que ingrese en el sistema moral inmunológico de cada uno.

Cada persona ha de ejercer su libertad para que mediante una decisión meditada, libre, voluntaria, consciente y que le genere hábitos personales para rechazarla, para no involucrarse en actos de corrupción. Esto requiere de un carácter firme, fuerte.

La decisión es imposible para personas que son pusilánimes, mediocres, debiluchas, personas que no pueden negarse a sí mismas y padecen de un egotismo exacerbado.

La integridad, que es la vacuna, ha de ser buscada y solicitada para ser administrada y que haya efectividad. Para que la corrupción pueda ser evitada y estar atentos a que no haya un rebrote.

El programa Pro Integridad Avanza Sin Tranza lleva la vacuna para evitar y combatir la pandemia. No hay que hacer pruebas. Funciona.

La información está disponible en el sitio de Internet, www.avanzasintranza.com y en el correo electrónico ast.nacional.@gmail.com

La corrupción es una violación de la justicia y el derecho. Lo que se debe castigar en la corrupción no es solo los delitos de soborno, cohecho y demás, sino lo que la corrupción causa: atraso, pobreza, muerte. Hasta la fecha no se lleva a cabo tal pena.

La gente repudia los actos de corrupción. Claro. Se ha dado cuenta que la persona corrupta atenta contra la salud, la seguridad, la educación y la vida de la gente misma. Por ello cada día hay más manifestaciones ciudadanas contra los hechos de corrupción que se cometen. Los denuncian.

En el estado mexicano de San Luis Potosí, en el centro de México, existe una organización llamada; “Ciudadanos Observando”, la cual ha denunciado penalmente a la Secretaría de Salud de su estado. Este es un paso que en México no se daba hace un lustro, lo que indica que en la sociedad civil hay voluntad y hartazgo.

Cada día que pasa y algo así sucede, se están estableciendo ejemplos de hombres y mujeres que toman la responsabilidad en sus manos y actúan a pesar de que pueda haber represalias en su contra. Esto ya no les importa, ante el daño que se está causando a la sociedad entera de la que forma parte.

Dentro de la denuncia que hacen, los ciudadanos piden que la titular de la dependencia sea separada de su cargo, mientras dure la investigación. Así lo indicó José Guadalupe González Covarrubias, vocero de la organización.

Han acusado de amaño de contratos a la Secretaría y alegan tener pruebas definitivas de ello en contra de una empresa que gana todas las licitaciones de la Secretaría y que hasta la fecha sumarían más de 200 mdp en perjuicio de la Secretaría, pero sobre todo de la sociedad del estado.

“Son millones de pesos que deberían estar en tu salud, en los salarios de médicos, enfermeras, en medicamentos, camas; el sector Salud está enfermo de corrupción”, indicó el vocero.

En los países latinoamericanos está sucediendo de la misma manera que aquí en México. La pandemia del Coronavirus está trayendo consigo una ola de corrupción tan grande y dañina como el virus mismo.

La Prensa Asociada (AP), por sus siglas en inglés, publicó este 27 de mayo un artículo en el cual documenta la corrupción que se lleva a cabo en diversos países de América Latina, en la compra con sobreprecios de respiradores, mascarillas y un sinfín de utensilios médicos necesarios durante esta pandemia.

La nota cita lo siguiente: “La policía de Río de Janeiro, en Brasil, allanó el martes la residencia del gobernador, dentro de una creciente pesquisa sobre la supuesta malversación de parte de los 150 millones de dólares en fondos públicos destinados a construir hospitales de campaña.

En Colombia, 14 de 32 gobernadores están bajo investigación por delitos desde la malversación a la concesión ilegal de contratos sin concurso público.

Por otra parte, en Bolivia, el ministro de Salud fue detenido en medio de acusaciones por la compra de 170 respiradores a precios inflados. Los aparatos se adquirieron a casi 28 mil dólares cada uno, sin embargo, su fabricante en España dijo haberlos vendido a un distribuidor por apenas 6 mil 500 dólares la unidad.

Se han registrado acusaciones similares de sobrecostos en Panamá, donde un importante asesor del presidente, Laurentino Cortizo, renunció al puesto, y el vicepresidente estaba bajo presión para que dimitiera después de que la fiscalía empezara a investigar los planes de comprar 100 respiradores a casi 50 mil dólares cada uno”.

Hasta ahí la nota, que es muy larga.

En México ha sucedido igual. Acusaciones directas que hace un lustro hubieran pasado desapercibidas. Los ciudadanos se están atreviendo a denunciar porque saben ya que todo acto corrupto les afecta directa o indirectamente.

¿Quién puede medir el costo del atraso de un país? ¿Cómo se calcula la pobreza que produce la corrupción? ¿De qué manera se cuentan las muertes producidas por las acciones de las personas corruptas? Son daños imposibles de resarcir. No así de evitar.

Cada uno de nosotros podría evitarlos, al menos en nuestro entorno inmediato. ¿Cómo? Mediante una decisión meditada, libre, consciente, voluntaria y que genere hábitos para poder rechazar la corrupción.

Así se empieza a domar esta pandemia llamada corrupción.