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La educación y la 4T

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La educación y la 4T

Jorge Quintana.- Es evidente que a la 4T no le interesa la educación, ni la ciencia, menos el conocimiento. Y obvio que en el último lugar de sus prioridades están los educandos.

No pasa un mes sin que alguna ocurrencia de la titular de la Secretaría de Educación Pública federal o la directora del CONACYT, atesten serios golpes a la comunidad educativa o a la científica.

El empeño en desacreditar a los integrantes del Foro Científico, a la comunidad del SIN, Sistema Nacional de Investigadores, a los docentes y alumnos del Centro de Investigación y Docencia, CIDE, son solo botones de muestra del descuido y desprecio con el que se trata a esta comunidad, otrora referente de la calidad educativa y de investigación científica nacional.

La titular de la Secretaría de Educación Pública, que en su paso por la Presidencia Municipal de Texcoco descontó el 10% del salario a los trabajadores municipales para entregarlos a Morena y a AMLO, es ahora quien pretende dar ejemplo de eficiencia y honestidad a la comunidad educativa del país.

Esta señora, en el afán de servir al presidente y sus caprichos, acaba de dar por terminado el Programa de Escuelas de Tiempo Completo, con el pretexto de utilizar los recursos para el mantenimiento de edificios de las escuelas, sin pensar que el referido programa beneficiaba a miles de niños en todo el país y permitía mejor aprovechamiento y ampliar la capacitación en campos extracurriculares de los alumnos, con la participación entera de la comunidad escolar, directivos, maestros, alumnos y padres de familia.

El programa era la respuesta del Estado al modelo neoliberal, para garantizar que los alumnos estuvieran atendidos en un espacio seguro, mientras sus padres trabajaban.

Muchos testimonios sobre la bondad y eficiencia del proyecto se han vertido en toda la república, pero la secretaria de Educación los ignora para complacer al presidente.

Todos los fondos extraordinarios que se programaron para mejorar la calidad de la educación nacional han desaparecido y los sustituyen con los programas sociales o de bienestar que, al escrutinio de la Auditoría de la Federación, quedan seriamente cuestionados por su opacidad y mal manejo.

Una vez más los sacrificados son los niños, niñas y jóvenes de la población escolar de México.

Es indignante y triste que la calidad educativa en el país quede en la voluntad e incapacidad evidente de la titular de la Secretaría que debe promover la formación y el mejoramiento de la comunidad más importante: los niños y las niñas.

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