Jorge Quintana Silveyra.- Mientras la crisis sanitaria y la económica están siendo analizadas, percibidas por unos como catastróficas, por otros casi necesarias, para convencer que éstas se deben a los regímenes anteriores; por lo tanto, habrá que acostumbrarnos a la austeridad, primero los más pobres, pero hay otra crisis más importante que las dos primeras: la crisis en la educación.
La pandemia, que sorprendió a las autoridades responsables, al Consejo Nacional de Salubridad; no solo al subsecretario López-Gatell, ha conseguido que todos los niveles educativos estén resolviendo a bote pronto los retos que se le presentan diariamente; a saber:
El decremento presupuestal que tiene a muchas instituciones en serios problemas de liquidez, instituciones nacionales como los Centros CONACYT que no tienen siquiera para papelería y otras, como la ENAH (Escuela Nacional de Antropología), que ha tenido que eliminar cualquier apoyo a la investigación, y peor aún, eliminar catálogos completos de materias por no poder solventar los salarios de los maestros de asignatura, que enriquecen con su conocimiento la calidad de la formación educativa de los estudiantes.
La eliminación de los programas estratégicos, que permitían a las Instituciones de Educación Superior el mejoramiento continuo de sus estudiantes y maestros, la disminución drástica de las becas Conacyt para los estudiantes de posgrado en los programas de calidad, que automáticamente dejarán sin recursos a quienes realizando un esfuerzo importante, fortalecerían la comunidad científica del país, ahora tendrán que posponer su formación científica y regresar a la búsqueda de empleo en actividades que les ayuden a su sostenimiento.
La educación media, también por los recortes presupuestales tiene a todo el personal académico y al administrativo, trabajando como se dice vulgarmente, con las uñas, sin hojas de máquina, sin la cobertura para el mantenimiento de equipo, sin lo más elemental para los servicios sanitarios.
Y no hablemos de la educación básica que está dejando en el abandono a miles de niños y niñas que no cuentan con la tecnología, ni la conectividad necesaria para poder asistir de manera virtual a la sesión de clases.
Pero hoy la ocupación de nuestro presidente, es gobernar otro país, el de su discurso optimista, sin datos que lo fundamenten, solamente los datos que él tiene, que siempre han sido otros.
El titular de la Secretaría de Hacienda ya ha señalado que la crisis económica es la más profunda de este siglo, será entonces un problema que solo va a hacer evidente que estamos en el mismo sistema económico que tanto han criticado los defensores de la Cuarta T: el neoliberalismo.
La consecuencia lógica: cada vez menos ricos, pero más ricos y cada vez más pobres y más personas en pobreza extrema.
Se trata pues de encontrar una salida entre todos, porque mientras dejemos que las autoridades resuelvan los problemas, solo vamos a profundizar las brechas que históricamente han caracterizado a México.