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Ingreso y Gasto Público: Un ojo al 2020 y el otro al 2021

Pedro Roberto Fierro Barraza.- Un tema que resulta fundamental abordar de inmediato, es el análisis del ejercicio de los ingresos y el gasto público, tanto para los dos últimos trimestres del año en curso, como la proyección presupuestal del año entrante. Esto como consecuencia del impacto que el Covid-19 ha generado en la economía, el cual ha desencajado toda estimación existente, lo que hace necesaria una recomposición programática.

Por ordenamiento jurídico, a más tardar el 1 de abril de cada año la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) emite documento relativo a la proyección de los objetivos, tanto de ingreso como de gasto público del próximo año, así como el análisis del desempeño económico del año en curso, denominado “Pre-Criterios Generales de Política Económica”.

Asimismo, este documento concentra el estudio del comportamiento de las principales variables macroeconómicas, la valoración de escenarios económicos y el análisis del contexto mundial con la finalidad de formular proyecciones y estimaciones presupuestarias. El documento presentado este año refleja ajustes importantes a la baja, tanto para el 2020 como para el 2021, derivado de la incorporación de los efectos de la pandemia en las finanzas públicas.

Partamos el análisis desde dos directrices. La primera: el Ingreso. Resulta transcendental mencionar que la desaceleración económica derivada del Covid-19 está afectado la recaudación de impuestos y los ingresos gubernamentales. Datos de la SHCP revelan que la Recaudación Federal Participable (RFP) está sufriendo variaciones considerables.

El pasado mes de abril fue el último mes en el que la RFP captada fue mayor a la proyectada, es decir, las arcas gubernamentales recibieron más de lo esperado; sin embargo, para los meses posteriores esto se revirtió, lo recaudado ha sido menor a lo proyectado.

Estimaciones apuntan a que la RFP de los meses consecutivos continuarán con una tendencia decreciente a consecuencia de la pérdida de empleos, el detrimento de los ingresos y la desaceleración en la demanda. Un reporte de BBVA estima que la contracción económica anticipada para este año causará pérdidas en la recaudación tributaria y en los ingresos, desarticulando las estimaciones previstas por el gobierno. A mayor caída del Producto Interno Bruto (PIB), mayor será el impacto en la captación de ingreso gubernamental, afirma este reporte.

Para sortear la necesidad de contar con recursos, el Gobierno de la República ha optado por reconfigurar esquemas para amortiguar la caída de los ingresos, tal es el caso del decreto presidencial girado para la reorientación de recursos provenientes de diversos fideicomisos hacia la Tesorería de la Federación.

De igual manera, se han utilizado otras herramientas como los recursos disponibles del Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros y de las coberturas petroleras del gobierno federal, entre otros, con el objetivo de compensar la caída en los ingresos esperados.

El reto que enfrentarán las finanzas públicas en este 2020 es muy significativo ya que con la caída de los ingresos presupuestarios difícilmente se cumplirán las metas recaudatorias proyectadas en la Ley de Ingresos de la Federación 2020 (LIF), por lo que el déficit público aumentará.

De acuerdo con el documento de los “Pre-Criterios”, para este año se estima una contracción en los ingresos en el orden del 5.4% respecto al monto aprobado en la LIF; de igual manera, se estima que los ingresos para el 2021 serán menores respecto a lo aprobado en este 2020.

Derivado de este escenario que anticipa ingresos presupuestarios a la baja surge la premisa de reflexionar ¿Qué efectos tendrá la caída recaudatoria en el gasto público? Con esta interrogante abordamos la segunda directriz de este análisis: el Gasto. Teorías económicas inspiradas en modelos de crecimiento endógeno, señalan al gasto público como una herramienta efectiva para mitigar las fluctuaciones en la actividad económica.

En términos generales una disminución en los ingresos redundará en menores oportunidades de gasto. A pesar de existir mecanismos e instrumentos gubernamentales para sopesar y compensar limitantes en los recursos disponibles (tal y como se encuentra manifiesto en la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria), es conveniente apuntalar la tendencia del gasto con las estimaciones preliminares existentes (a la baja), como medida de planeación oportuna que anticipe la formulación de estrategias funcionales ante escenarios adversos.

Estimaciones figuradas en los “Pre Criterios 2021”, señalan que el gasto neto presupuestario se contraerá para este año en 1.6% respecto a lo aprobado en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), además, se estima que para el 2021 la caída sea de, al menos, 1.0% respecto a este año, es decir, con antelación se espera que para el próximo año los recursos serán limitados.

En virtud de lo anterior, podemos señalar que las afectaciones en el recorte del gasto público se presentarán tanto para el gobierno federal como para los gobiernos locales. En el ámbito local, la caída en la RFP, impactará de manera negativa las participaciones a entidades federativas y municipios, ya que el comportamiento de estas transferencias se encuentra directamente vinculado al desempeño de este conducto recaudador.

La SHCP ha señalado que, derivado de la caída en los ingresos, las Participaciones Federales han mostrado ya una disminución del 0.8% respecto a lo programado para el mes de mayo de este año. De persistir una tendencia decreciente respecto a los montos acumulables de las Participaciones Federales hacia las entidades, se podría limitar agudamente el gasto público local.

A nivel federal la complejidad es mayúscula y es que parcialmente nos encontramos a mitad de año, y con ello, la mitad de los compromisos por cumplir. Hoy en día las dependencias federales enfrentan el desafío de reestructurar sus actividades, mediante una replantación programática, causada por el impacto generado en las finanzas públicas.

Ante este escenario es indispensable que las autoridades responsables de la ejecución y programación del gasto, sean considerablemente meticulosas para tratar de hacer más con menos (eficientes) y procurar en mayor cuantía cumplir con los resultados esperados y las metas establecidas (eficaces).

Para lo que resta del año no queda más que continuar con una política de reorientación de los recursos para atender los problemas de salud pública (de empeorar agudizaría el curso de las finanzas públicas), apoyar a los sectores impactados por la pandemia, concretar los proyectos prioritarios y la implementación permanente de medidas de austeridad.

Para el próximo año, el diseño programático sin duda debe dirigir el gasto prioritariamente hacia programas que incentiven la actividad productiva y el empleo, aquellos que causen un efecto multiplicador y fomenten actividades que tengan correlación con el crecimiento económico. De llevar a cabo esta asignación presupuestal dirigida, podremos comenzar a mitigar los impactos causados por la desaceleración económica y con ello a recuperar progresivamente los ingresos públicos.

pedrorobertofierro@gmail.com

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