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Haitianos varados en México “no quieren ayuda, sino papeles para poder trabajar”

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Haitianos varados en México “no quieren ayuda, sino papeles para poder trabajar”

La crítica situación que viven más de 25.000 haitianos que han solicitado refugio en México en el 2021 se agudiza ante la falta de respuestas claras de las instituciones encargadas de atenderlos. Sputnik conversó con Milfort Marseille, uno de los tantos jóvenes haitianos que busca regularizar su situación para quedarse aquí.

Cuando Milfort salió de su casa, su madre y su padre lloraban. Él también. Entonces tenía 25 años y un accidente de tránsito sufrido en su trabajo como chofer apuró su decisión: irse de Haití. Su hermano había dejado atrás el país caribeño para dirigirse a Europa y Milfort buscó hacia el sur. En Brasil, un primo que emigró antes que él, lo recibió.

Vivió en un montón de lugares: Santa Catarina, Florianópolis, São Paulo, Matogrosso, Uberlândia. Estaba a gusto en Brasil, dice que nunca sufrió de racismo o discriminación y que siente que los haitianos y brasileros tienen una idiosincrasia parecida, que lo hacía hallarse en casa.

Eso no fue lo único que facilitó su bienvenida: en Brasil obtuvo como documento el Cadastro de pessoa física (CPF) que registra a los extranjeros en el país y que funciona como una residencia. El problema fue la inflación y la profunda crisis económica que enfrenta el gigante de América del Sur.

“Siempre donde estuve trabajé gracias al CPF, pero se puso muy difícil. Ganábamos 1.200 reales al mes, pagábamos 500 de renta o más según la zona, agua, luz, internet, comida, ropa. No quedaba nada para mandar de regreso a Haití”, explicó el joven, en alusión a la responsabilidad de ayudar a sus padres mayores en el país centroamericano.

Eso lo impulsó, junto a un grupo de conocidos, a volver al camino tras cinco años de vivir en Brasil y habiendo aprendido su idioma, que ahora facilitó la entrevista con él en México, entre el mar de jóvenes que se comunica en creole.

México lo recibió con una nula respuesta respecto a su futuro. Él no tiene voluntad de irse a EEUU, como tampoco la tienen muchos de los haitianos que han llegado a la Ciudad de México. Lo que dicen es que no pueden vivir como turistas, pagando alojamientos de 150 pesos mexicanos la noche y comiendo en fondas. Ellos son trabajadores internacionales.

Milfort explica que la mayoría ha recibido educación en Haití y que han salido preparados de su país. Pero la respuesta brindada por la autoridad mexicana ha sido canalizarlos como solicitantes de asilo o refugio como única posibilidad de regularizar su situación.

Así, los haitianos no pueden manifestar su voluntad de radicarse libremente en este país ante la profunda crisis que atraviesa el suyo, sino que tienen que encuadrarse como víctimas de los desastres naturales que han azotado una y otra vez a la isla, para ejercer su derecho.

Explosión migratoria

Las solicitudes de asilo recibidas en México son la evidencia legal y comprobable, de un movimiento migratorio que se da de forma irregular. Si en el 2020 pidieron asilo en México solo 5.954 haitianos, en el 2021 la cifra total supera unos 26.000.

El coordinador de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), Andrés Ramírez en la entrevista a El País reconocía que en 2019 la Comisión recibió 70.400 solicitudes de asilo y refugio y el año 2021 “vamos a rondar las 120.000. Lógicamente sí es un tema de números, pero al mismo tiempo tenemos un presupuesto limitado y por tanto una capacidad operativa y de respuesta limitada, condicionada también por estos números. Se nos está colapsando el sistema de asilo en detrimento de las gentes que están genuinamente buscando protección internacional”.

Como explicaba Ramirez “estos haitianos que están llegando no están viniendo de Haití, están viniendo de Brasil y Chile y esta es una situación tremenda porque son personas que no son refugiados, no entran dentro de la definición de refugiado, pero igual, no tienen alternativas migratorias”.

A finales de agosto se desató una dura represión contra ellos, cuando la violencia del Instituto de Migración y la Guardia Nacional fue ejercida contra familias enteras que querían abandonar Tapachula, la puerta de México hacia Centroamérica. Para el 1 de octubre, la migración haitiana había llegado a la Ciudad de México, en un aluvión inédito para la capital.

Gabriela Hernández, coordinadora de Casa Tochán, junto al grupo de albergues de la sociedad civil que trabaja en la CDMX lo vio venir y alertaron a las autoridades, ante lo que ahora reciben como apoyo para su estancia, una ración de alimento al mediodía y nada más.

Solo Tochán albergó a más de 70 personas, cuando tiene apenas 30 camas en su sede en la alcaldía Álvaro Obregón, en la misma casa que décadas atrás supo recibir a Rigoberta Menchú, antes de que ganara el Premio Nobel de la Paz.

En diálogo con Sputnik, Hernández comentó que tanto Casa Tochán, como el albergue Cafemín, el café la Resistencia y Casa Fuentes han absorbido a una parte de la población que ha llegado a la capital pero que la mayoría está, como Milfort, resolviendo su estancia por su cuenta o en pequeños grupos.

Los datos oficiales de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) confirman la tendencia: de enero a agosto del año en curso, la Comar ha registrado un alza de 222% en las solicitudes de refugio de migrantes de todas las nacionalidades, en comparación con las que se presentaron en el mismo periodo del 2020 (24,084).

En el caso de las personas originarias de Haití, sus peticiones de refugio son las que menos están avaladas. Según los datos de la COMAR, de enero a septiembre del 2021, se han resuelto 3.216 solicitudes de refugio de haitianos, de las cuales solo 943 (29%) han sido positivas.

El problema que Milfort denunció —y junto con él lo hicieron muchos otros de sus compatriotas— es que nadie les dice nada, en cuánto a los plazos y avances del trámite que han iniciado. Ha sido recurrente ver a decenas de haitianos presentarse diariamente a manifestar su voluntad de regularizar su situación en México, ante las oficinas de la COMAR, que está a pasos de una de las sedes de la Secretaría de Gobernación, en la colonia Juárez.

Cuando se le preguntó si él considera que el Gobierno de la Ciudad de México debería darles alguna ayuda para sostener su estancia, Milfort respondió de forma tajante: “No queremos ayuda, lo que queremos son papeles para poder trabajar”, concluyó.

Sputnik

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