Daniel Valles.- Al presidente no hay dinero que le alcance para hacer las obras que se ha empeñado llevar a cabo durante su administración. No uno, ni dos, sino casi todos los analistas económicos del país lo han señalado con mucha anticipación.
Las inversiones por más de 100 mil millones de pesos (mmdp) en las tres o cuatro obras de infraestructura consumen estos dineros, a lo que hay que sumar lo de la plantación de árboles, las becas para jóvenes y adultos mayores. Son verdaderos barriles que no tienen fondo.
La recaudación de este año por parte de la oficina de Hacienda ha sido pobre y el próximo será peor que los anteriores. Esto obedece como sabemos a causas del Covid, que provocó el cierre de negocios generadores de ingresos para el gobierno y, por supuesto, el que la economía en general se haya no solo detenido, sino colapsado, entrado en recesión desde 2019.
Guardando todas las proporciones, podemos comparar la situación del gobierno con la de cualquier familia mexicana que esté haciendo mejoras a su casa. Y que de pronto deja de tener ingresos y sus egresos se mantienen constantes. Ya no podrá hacerles frente.
Para salir adelante deberá dejar de gastar en lo que no sea prioritario para atender lo que sí es y tratar de balancear el presupuesto. Adecuarlo a la situación que se vive.
La lógica indica que habría que posponer la ampliación y las mejoras que hace a la casa. Esperar a tener una mejor situación, pero no lo hace así sino que sigue adelante. Mantiene la construcción de la ampliación de la casa.
Llega el momento en que ya no tiene efectivo. Empieza a buscar de dónde obtener lo necesario. Y lo tiene. Solo que está comprometido para otras obras o proyectos, para situaciones emergentes, de ahorro y para el retiro. También para el mantenimiento de lo que se posee. Pero no le importa. Deshace todo.
Consume los recursos que tiene destinados para esos proyectos. El fondo para la universidad de los hijos. El ahorro para el enganche del nuevo automóvil. La cantidad que mes a mes guarda para el retiro. Las vacaciones, capacitación y actualización profesional y, sobre todo, un capital para solventar alguna emergencia.
La idea es firme. Continuar a pesar de que la lógica diga que hay que esperar por lo incierto que el futuro es. Se hace la ampliación. Se descapitalizó. Ya no tiene fondo de ahorro, ni de vacaciones, ni para una emergencia, ni para el auto y lo peor, tiene un edificio que ahora no puede amueblar y decorar, hacerlo funcionar porque no tiene los recursos para ello. La mala administración le llevó a tan mala decisión.
Nuestro país pasa por una situación similar. El gobierno federal tiene tres o cuatro proyectos que le consumen una gran cantidad de recursos. Una refinería, un aeropuerto, un tren. Vamos a aceptar que son viables y representan un avance. Mas, la pandemia ha golpeado a quienes generan el recurso que el gobierno administra.
Lo que recaudará no alcanzará para que funcione con todo lo que tienen encima y que se ha echado encima. La gente no lo nota porque no deja de recibir las subvenciones del gobierno y, además, de estas cosas no se entera. Sabe poco. Está conforme con recibir su mensualidad y mientras así sea, “que ruede la bola”.
La idea de quien dirige es no detener las obras. Seguir con los gastos nuevos y mantener los fijos. No obstante, le han dicho que es una estolidez meter dinero bueno en proyectos que no redituarán lo que se invierte. No le hizo caso y le han renunciado.
Debe haber habido alguien que de pronto le dijo: “no te apures, ahí están los dineros que se han guardado a través del tiempo para emergencias o para proyectos que traerán desarrollo. Esos que no sirven para lo inmediato sino para el largo plazo.
“Seguro que siendo tú tan brillante y buen administrador, podrás usarlos, seguir adelante en tu proyecto y reponerlo más adelante. Porque, además, tienes que aparentar y mantener tu imagen para que sigan todos viendo qué tan buen constructor eres y qué bonito te va a quedar tu proyecto de transformación. No puedes darte el lujo de que se diga lo contrario”.
Quien dirige toma la decisión y le dice a su consejero, “tienes razón, vamos por esos dineros”.
Amigos, eso es lo que sucede en la actualidad con los fideicomisos que el gobierno de López Obrador desaparece. Necesita dinero. Los diputados integrantes de la Comisión de Presupuesto aprobaron en lo general la iniciativa para extinguir 109 fideicomisos, por los que se pretende liberar recursos equivalentes a 68 mil 478 millones de pesos.
Son cuatro los grupos de fondos y fideicomisos que desaparecerían. El primero contiene los 65 fondos mixtos que el Conacyt tiene en todo el país. El segundo contiene 26 fideicomisos de universidades e institutos para impulsar la ciencia y tecnología. Destaca el fondo para apoyar las actividades del Centro de Investigación y Docencias Económicas, que asciende a 332.97 millones de pesos. En total se prevé adquirir 785.1 millones de pesos.
El tercer grupo contiene 10 fondos, entre los que están el Fondo de la Financiera Rural, el Fondo de Desastres Naturales, el Fondo para la protección de personas defensoras de Derechos Humanos y periodistas, el Fideicomiso Fondo de Inversión y Estímulos al Cine con 224.25 millones. En total, se recuperarían 23 mil 567.1 millones de pesos.
El cuarto grupo son nueve fondos, el fondo para el desarrollo de zonas de producción minera, el Fondo Metropolitano, el fideicomiso para promover el acceso al financiamiento de Mipymes y emprendedores.
Estos fideicomisos son logros que el pueblo de México ha tenido a través de los años para impulsar la construcción de áreas específicas, para hacerle frente a desastres naturales, como terremotos, inundaciones, incendios, etc. Protección de personas víctimas de violencia y violaciones.
El régimen de nuestro “ya no tan querido presidente” busca desaparecerlos para obtener el importe de todos y gastarlo en los planes y proyectos que tiene como prioridad. Sin importar el desarrollo, la gente que depende de esos fideicomisos, el progreso de México. Y es que la premisa parece ser, lo que no haya traído yo, no sirve y no representa nada.
¿Qué sucederá? Los diputados y senadores de oposición lo rechazan. Algunos del movimiento del presidente también. Quienes son acusados de ser hipócritas por sus pares, pero como son mayoría y el presidente necesita dinero para asegurar la elección del 2021, seguro se lo darán. No les importa que “arda Troya”.
Nuestro ya no tan querido presidente no se puede arriesgar a que se diga que es un mal administrador y peor aún, que pierda la elección del año entrante. Ahí El Meollo del Asunto.