Daniel Valles.- Como se esperaba, desde el lunes pasado no se habla de otra cosa, de lo sucedido con la marcha feminista que, con motivo del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se llevó a cabo.
Lo sucedido, sin que fuera una desgracia mayor, sí causa revuelo en la opinión pública, más por los “aderezos” políticos e ideológicos que la envuelven, que por otra cosa.
Lo que noté, en gran manera y seguramente usted que lee, también es que el movimiento feminista mexicano está dividido y la división no es cosa menor. Lo que, es más, se agranda cada día que pasa por las declaraciones del presidente López Obrador y las mujeres que están en su gabinete. Las feministas radicales fifís y las demás, las que protestaron a las que llamaré, no fifís.
Está claro que, el dolor, la angustia y el horror que vive una mujer al ser violentada, no puede y no debe de ser cuestionado. Menos minorizado en forma alguna.
Tampoco la familia que vive y sufre la desaparición de una de sus integrantes. Por el motivo que sea.
Esa es una desgracia que ha lesionado el tejido social en grande y permanente manera. Y más. por la desatención que el grave problema ha sufrido históricamente por parte de la autoridad. La que es conformada por hombres, sí, pero por mujeres también.
La solución rápida, económica, pobre, política que le han querido dar estas autoridades al problema de la violencia contra la mujer, ha arrojado resultados igualmente pobres y sin fruto. Se han caracterizado por proveer una salida política y no pragmática. ¿Consecuencias? Lo vimos el pasado lunes. Protestas vandálicas.
Las protestas del feminismo ya no son y mucho menos se parecen a las que se hacían hace tres o cuatro décadas. Cuando las mujeres marchaban con cartelones, sí, pero en vez de capuchas y pañoletas, llevaban minfaldas y sostenes, lo que incendiaban.
El 9 de octubre de 1970, una decena de capitalinas marcharon en las calles de la Zona Rosa por el derecho a usar minifaldas en la Ciudad de México.
“La mini no es moda es un estado de ánimo”, “la maxi es el retorno de las brujas” y “la midi es anti sexo”, son algunas de las consignas que las mujeres de aquella época plasmaron en las cartulinas de su protesta.
Lejos quedó todo eso. El feminismo se radicalizó y ha provocado una división entre las mismas mujeres. Pues no todas las feministas son radicales. Y es un hecho, cada día se suman más mujeres a un movimiento con una ideología que creen que todo lo que busca es la igualdad entre hombres y mujeres. Lo que ya está muy lejos de ser así. Buscan poder económico y político. Hablan de equidad.
El feminismo que vemos marchar el 8 de marzo, está integrado por todas las diferentes manifestaciones del mismo.
El radical, por su virulencia, por los destrozos, pintas, saqueos y desmanes que causa es el que se nota. Pero también es por el que es recriminado.
No todo el feminismo es así, radical. Sólo el misándrico de género. Al que se ha querido dominar con canonjías, prebendas, concesiones, puesto políticos desde una óptica machista.
Existe una lucha soterrada entre las ideologías feminista radical y la machista radical. Y no todas las mujeres lo son. No todos los hombres lo somos.
La situación es que, éstos últimos, guardan silencio o se manifiestan en voz baja en cuanto al tema. Prefieren la corrección política. Que es obra, en parte, de la ideología feminista de la izquierda norteamericana.
El crecimiento del feminismo ha sido exponencial a través de los años. Debido a que ha señalado los abusos y vejaciones a las que muchas mujeres han sido sometidas, ha sido importante.
Sin embargo, con la inclusión de la Ideología de Género, tomó un rumbo diferente al señalado o mostrado por las llamadas Sufragistas del SXIX. Mujeres que pedían el derecho al voto e igualdad en el trato en general.
La mayoría no favorecían el aborto y los postulados de la Ideología de Género.
Ya en los sesenta el feminismo habría de cambiar, para en los ochenta darnos una cara diferente, producto de la explosión de la ideología de género, que lo radicalizaría.
El feminismo hoy en día es un movimiento radical. Va hasta el “meollo del asunto” de las relaciones entre el hombre y la mujer y busca el alterar las estructuras institucionales y sociales que en el concepto y bajo la óptica feminista causan conflictos”.
“El feminismo radical”, “caza” a las abandonadas y débiles, diciéndoles que son víctimas de la sociedad y de los hombres. No reconoce que muchas mujeres son víctimas de sus valores corruptos y sus pobres decisiones. Lo mismo que pasa con miles de hombres.
El movimiento feminista no radical ha permitido que miles de conceptos asumidos sobre el trabajo se reexaminen. El feminismo llevó al lugar de trabajo la energía de la mujer.
Pero el feminismo radical, el que va a desembocar en lo que vimos el lunes pasado, comparte la idea destructiva de la declaración feminista del puerto Hurón, Michigan. Un manifiesto político de 1962, que expresa el sentir democrático de entonces y los cambios que la sociedad norteamericana venía experimentando. Que da origen a los movimientos sociales de socialistas de la izquierda norteamericana, como el feminismo de género.
El manifiesto, que la gran mayoría de las feministas no conocen, declara que; “la naturaleza humana es infinitamente maleable o moldeable y perfectible. Esta idea encierra la sustitución del “sexo” por el “género”.
Entonces, surge le premisa del Patriarcado explotador o lo que llaman el Pacto patriarcal. Que dan por hecho y exigen se rompa. El que ven desde la ideología no de un matriarcado, sino de algo que se ha identificado como la “Ginecocracia”. Donde hoy, en México, están apostadas las feministas radicales Fifís. Como Olga Sánchez Cordero, Rocío Nahle. Citlali Ibáñez, entre otras.
La “Ginecocracia” la vemos explotar en los medios de comunicación con “Mulán”, La Guerra de las Galaxia y muchas series y cintas. Y en la política, dondequiera que se desee implantar la llamada “perspectiva de género.
Tema para el que ya no hay espacio para desarrollar. Pero que muestra, El Meollo del Asunto.
“El feminismo tiene el hábito de medir el éxito de la mujer en términos del hombre. Es esencial para el feminismo y sus seguidoras feministas poder remover todas las diferencias sociales y políticas entre hombres y mujeres en los roles que juegan en la sociedad”.
Los resultados del estudio muestran que las mujeres, si bien no se consideran feministas, en los hechos quieren conquistar logros que el feminismo ha buscado desde hace décadas.
Cuando a las mexicanas y mexicanos se les afirma la frase “los hombres y las mujeres deben ser iguales, hay que procurarlo”, el 77% está de acuerdo. Sube al 80% cuando se le preguntó exclusivamente a mujeres.