Inicio CARTAPACIO Estrategas en comunicación (parte II)

Estrategas en comunicación (parte II)

Raúl Ruiz.- En el capítulo anterior, hablamos de la necesidad que tienen los gobiernos, los partidos y los políticos en general, del uso adecuado de la comunicación social para posicionar su imagen y su trabajo ante la masa.

Hacer Comunicación Social no es hacer boletines y mandarlos a los medios. Ni citar a ruedas de prensa o poner al mandatario frente a la cámara y justificar las fallas de su gobierno. Requiere de un tratamiento profesional que comienza con un diagnóstico, un punto de partida esencial: observar, distinguir las variables, identificar los problemas. Determinar la situación en la que encuentras la dependencia o la figura para la cual trabajas.

Antes de decidir acciones necesitas hacer análisis del entorno. Identificar las fuerzas sociales y políticas. Identificadas ya, crear mecanismos de interacción. Luego, hacer un análisis de la opinión pública. Comenzar con estudios, sondeos. Ver tendencias, contenidos de los noticiarios, redes sociales.

 Muy importante saber… Qué opinión se tiene del gobierno y sus programas. Leer a los columnistas de más influencia y los analistas. Y ya con lo anterior, hacer análisis político prospectivo y dibujar un mapa de actores para llegar apenas a la planeación estratégica.

Esto no se hace solo. Se necesita un equipo de personas que sepan hacer este jale, pero como siempre, la inmediatez se va comiendo lo estructural. Estas herramientas sirven para tener a la vista el escenario real y determinar una estrategia.

Del resultado de los estudios, puede derivar la construcción de políticas públicas y no al revés. Cuando las políticas públicas requieren mucho de la comunicación, el quehacer político se dificulta y si no hay visión, todo comienza a salirse de control.

Afortunadamente, la comunicación social tiene artificios para solventar averías y detrimentos. A esto le llamamos CONTROL DE DAÑOS. Pero esa, como diría la Nana Goya… Esa es otra historia. 

Quepa decir por hoy, que para un trabajo serio y efectivo en materia de comunicación social se requiere de un equipo y un presupuesto, no una persona “conectada” con los medios.

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