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El BRT y los especuleros

Raúl Ruiz.- Hacía ya varias semanas que no paseaba entre los nebulosos callejones de la dimensión donde habitan las especulaciones. Como lo he mencionado en capítulos anteriores, aquí se juntan chismosos y especuleros a practicar su deporte favorito: el chisme y la especulación.

Despliegan mesas, sillas y lonas para concentrarse más en el vicio. Se sienten muy europeos. “Très parisien”, diría un nerd. Disfrutando de ‘café au lait et croissant’. Mientras regurgitan su tósigo y sueltan a retozar a su lengua viperina.

– Pues ahí tienen ustedes ya funcionando el BRT, como lo había prometido la gobernadora.

Dijo don Óscar-Nie, a la sazón, palero de la ausente gobernadora, solo para poner el tema sobre la mesa.

– Pues sí, pero cojeando, y con la movilidad toda batida. El desconcierto de la gente es mayúsculo. Dijo un barbón que nunca estuvo de acuerdo con la obra.

– Pues a mí me dijeron que están preciosos de rechulos. Mucha prenda para la chusma. A ver cuánto tiempo les duran. Comentó la gorda apretada, con gesto de estar oliendo caca, mientras sostenía su taza de café sobre un platito y con el meñique levantado.

– Tengo noticia, que regalaron las 20 mil tarjetas para el atolito con el dedo. Porque el plan es solo dar el servicio hasta el día de la elección. Qué perversidad y qué tristeza.

Los especuleros cuando le quieren poner el toque dramático a su comentario, sobre todo en Facebook, utilizan ese gag… ¡qué tristeza!

– La perversidad estriba en dotar solo de 22 camiones a un proyecto de 352 unidades. Replicó el barbón otra vez.

– Son 80, mi estimado, 80. Desmintió don Óscar-Nie, con una sonrisa impostada.

– Pobre gente de Riberas del Bravo. Los jodieron. No solo les quitaron las líneas que corrían hasta allá, sino que el BRT de la Gómez va a tardar en arrancar porque no hay unidades todavía. Especuló un chaparrito que parecía venir desde los confines del sur.

– ¿Y los que vivimos más allá del aeropuerto? Nos dejaron sin camión. Qué pocamadre. Reclamó un señor gordito con cuatro niños beisbolistas. Uno de ellos enojado porque no le compraron la cachucha de catcher, que necesitaba.

El tema da para mucho. Los especuleros estuvieron hasta muy tarde especulando, y antes de bajar la cortina, uno dijo:

– Lo único que no me gusta de la brumosa dimensión donde habitan las especulaciones es que aquí no hay señal de Internet. Así que me salgo de aquí y me voy a Ciudad Caótica, para soltar los rumores por el feis.