Candelario González Villa.- Describir a Gustavo Madero Muñoz como político es imposible. No reúne la característica para ubicarlo como tal, solamente representa la degradación ética y moral del Partido Acción Nacional (PAN) en el cual milita.
Madero incursionó activamente en la política en los años 80 durante las movilizaciones de protesta en contra del gobierno federal y estatal de extracción priista por el supuesto fraude electoral cometido en contra de Francisco Barrio Terrazas.
Su carrera ascendente dentro del Partido Acción Nacional lo posicionó en la élite del mismo, especialmente en el panismo chihuahuense. Contestatario y demagogo, prestó su ambición política para figurar en las marquesinas y los reflectores del estado.
Gustavo Madero es un individuo ajeno a la autocrítica y por supuesto al proceso histórico de nuestro país; sus acciones y sus resultados están a la vista de todos con su deplorable actuación en la Cámara de Diputados y en el Senado donde se ha caracterizado por un discurso histriónico, pero sin contenido social, pues se inclina a los intereses ajenos a los de las mayorías que son víctimas de la inhumana conducta irracional del prianismo depredador y el entreguismo a los intereses de una minoría rapaz.
Madero, el socarrón, pone a la ciudadanía a merced de la ignorancia, el resentimiento y la falsa apreciación de la realidad, dejando de lado su participación en los hechos y resultados del vergonzoso “Pacto por México” no fue más que una mezcla de ambiciones individuales y de grupo para el despojo irracional del patrimonio mexicano, que hasta la fecha el senador no ha explicado a la nación.
Sin embargo, hoy en día, el señor Madero anda en campaña para alcanzar la nominación, la candidatura a la gubernatura de Chihuahua. ¡Qué bárbaro! ¡Cuánto cinismo abriga su proceder!
Pobre Chihuahua si toma la decisión de apoyar a este individuo, pues con él Acción Nacional enfrentará una estrepitosa derrota. Advierto que mi crítica no es a la militancia panista, sino a una élite que secuestró a dicho partido.
La interpretación humanista del neopanismo se perdió en el mercantilismo, en el capital especulativo y por ende en la pérdida de los valores éticos y morales. Precisamente Madero es el prototipo de la manifestación inmoral y materialista de una clase política decadente.
Madero, el irreverente, el vulgar, preso del paroxismo, el Madero del discurso político, es el agresor de las senadoras y del ataque arrabalero y de barriada en contra del presidente de la República.
¡Pobre Chihuahua si llegara a la gubernatura este irracional sujeto!