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El amor de Jesús es salvar las almas

Antonio Fernández.- Jesús mirando a los siglos, vio necesario que su palabra sea alerta a la palabra turbia, engañosa y pertinaz del falso profeta, los que hoy proliferan y también en su tiempo lo fueron sus enemigos, al malinterpretar su palabra, hasta acusarlo de estar en contubernio con el demonio, no habla de un mercenario que trabaja solo por dinero.

Dijo: “Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, viendo venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa”…

El mercenario es un prestador ostentoso de servicios inseguro, nada en él es confiable, es convenenciero, infiel a sus principios y timorato pusilánime, se vende al mejor postor; cuando es necesario dar prueba a su pago, es huidizo, labioso y mentiroso, no se puede confiar en la fidelidad de una persona infiel.

Siendo arriesgado confiar en la “lealtad” del mercenario, éste sin escrúpulos vende lo que no debe decir, vende a la persona a la que sirvió, vende su doctrina, vende hasta su alma con tal de librar la situación en que cayó su engaño. Estos engañadores se encuentran en todas partes del mundo que vivimos, por ello Jesús nos alerta a estar prevenidos contra su maldad y perversidad.

Jesús da a conocer que son sus palabras la perfidia del mercenario, que carece de temores y es capaz de entregar como Judas Iscariote hizo del Señor, cuando Él le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”… Por eso se dijo reglones atrás, en el mercenario de momento es gloria, gozo y dinero, pero todo llega al término de tiempo.

Judas Iscariote no fue la excepción, pagó el mercenario su traición, sea en lo sagrado la predicación engañosa del evangelio de Cristo; la lealtad indisoluble: del matrimonio, el demonio mete sus males como la cizaña en las voluntades limpias y generosas.

Refiriéndose Jesús al cristiano católico, revela que el mercenario no respeta compromiso, juramento o palabra de honor, acostumbrado a venderse al mejor postor: “porque es mercenario y no tiene interés en las ovejas”… Carece de principios, doctrina, mandamientos; para el mercenario es nada, es primero en la presunción y exhibición.

Jesús pide que el Pastor de las ovejas catequice sus ovejas con su doctrina y mandamiento, pide alimentarlas con los pastos de la Eucaristía, pero el pastor mercenario lleva las ovejas por caminos peligros exponiendo su vida sin remordimiento a otras tendencias, pierde el rebaño confiado a su cuidado y las deja morir desamparadas.

¿Dónde está la esperanza de salvación? En Jesucristo Nuestro Señor y solo en Él, por lo que, confiando de nuestra parte con fe en su palabra, conforta el alma escucharlo cuando dijo: “Yo soy el pastor bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen”…

Jesús fue enviado a su pueblo, pero como éste no lo escuchó ni lo aceptó, sino que lo rechazó y negó su divinidad, no habiendo calado la voz de su Pastor: “Escogerá de entre los gentiles un pueblo para su Nombre”…

Enseñan los Hechos de los Apóstoles: La voz de Jesús llama a sus ovejas por su palabra y ejemplo en los Santos Evangelios, muchos ajenos dirán, yo la tengo, para el cristiano católico esa voz no le es familiar, la desconoce, tendrá una semejanza, pero el engaño está precisamente en esas palabras, por lo que se debe estar en alerta para no ser seducido.

El cristiano católico debe buscar por la oración la fortaleza de su alma, con la frecuencia de sacramentos, Dios obra en el alma y a la vez dador de la gracia, es cuando podemos afirmar: el Señor, me inspira a estar a su lado, me dispongo a no dejarlo permaneciendo con Él.

Amorosamente Jesucristo Nuestro Señor se da a las almas que son incesantes en permanecer agradables a su vista, a las que eleva su amor cuando dijo: Así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre. Y pongo mi vida por mis ovejas.

“Confiado el cristiano católico en Él, se goza escuchar el conocimiento recíproco, del Hijo a su padre, como del Padre al Hijo, consuela el alma la voz del buen pastor, el conocimiento y amor íntimo del Padre y del Hijo. Así Jesús y el alma están unidos. Jesús le comunica vida, conocimiento y amor por la fe y la gracia, de donde Jesús dijo: “Y pongo mi vida por mis ovejas”…

“Tengo otras ovejas que no de este aprisco. A esas también tengo que traer; ellas oirán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor”… No es fácil para el mundo creer de verdad, que Dios es bueno y nos ama, pide reciprocidad y no se le da, prometemos y no cumplimos, de momento decimos animados y motivados, ¡Señor ayúdame! cuando la ayuda requiere cumplir las condiciones que el Señor nos manifiesta. Se duda y lo que esperábamos, la fe se detiene por la pérdida de ella.

Dice el dicho: No aguantas nada… pasa lo mismo cuando Pedro dijo al Señor: “Si eres Tú, mándame ir a Ti sobre las aguas. Él le dijo: ¡Ven! […]Pero, viendo la violencia del viento, se amedrentó y como comenzase a hundirse, gritó: ¡Señor, sálvame!

“San Pedro dudó y se hundió y esto es lo que sucede en la humanidad, a no dudar también en el cristiano católico, que al dudar de la esperanza puesta en Dios, pierde los bienes que con esfuerzo logró, de donde es necesario profundizar en el amor de Jesús por salvar las almas, y salvarlas con la oración salvadora: “¡Señor, sálvame!”…

hefelira@yahoo.com

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