Inicio LA OTRA NORMALIDAD Destruir la experiencia

Destruir la experiencia

Jorge Quintana.- En el año 2002, después de realizar una investigación sobre la percepción de la violencia y la inseguridad en Juárez, realizada por investigadores e investigadoras de la UACJ, se hizo evidente la necesidad de establecer políticas y acciones para disminuir los índices de violencia, ya preocupantes, sobre todo el crecimiento de la violencia intrafamiliar.

En esta inquietante realidad, se crea en el ICSA de la UACJ, una comisión de académicos y académicas que, después de acudir a la Ciudad de México a conocer la experiencia  del gobierno del entonces Distrito Federal, para enfrentar el problema de violencia familiar, y fruto de ese viaje de investigación, con psicólogos de la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno Estatal, se decide la creación del Centro de Atención a la Mujer y a la Familia en Situación de Violencia, conocido como Musivi.

Compuesto por un equipo de multidisciplinario de las especialidades de Psicología, Trabajo Social y Derecho, el Musivi pronto desarrolló modelos de atención que permitieron apoyar a mujeres y familias en situación de violencia y empieza a recibir el reconocimiento de especialistas e instituciones.

El modelo desarrollado permitió romper el círculo de violencia, atendiendo no solo a las víctimas, sino también al generador o generadora de la violencia, lo que hizo evidente su aportación científica y social, con la certificación de su actividad por organismos internacionales.

El programa de talleres en escuelas y centros de trabajo, para la concientización y detección de violencia intrafamiliar, fue herramienta fundamental para la difusión y capacitación comunitaria, lo que permitió una dispersión de información en un alto porcentaje de la comunidad juarense.

Pero desgraciadamente, con el cambio de administración estatal, se modificó el enfoque del problema de la violencia intrafamiliar y se cambió la adscripción del Musivi, en el organigrama de la Secretaría de Desarrollo Social estatal, incorporando el Centro al Instituto Chihuahuense de la Mujer, bajo la concepción feminista de personas que no conocieron ni el origen ni la propuesta metodológica del trabajo del Centro y que tampoco se interesaron en profundizar ni replicar el modelo, solo lo fueron minimizando, cual si fuera una dependencia burocrática del Instituto, no una instancia fundamental para la resolución de problemas sociales.

Luego posteriores administraciones, con la carencia de la experiencia y el conocimiento del fenómeno de la violencia, fueron desapareciendo el Musivi, y de una dependencia que significó un gran aporte a la solución del problema, con atención las veinticuatro horas del día, toda la semana, se convirtió en una fiscalía que pervirtió la concepción del problema y lo enfoca solo desde el punto de vista policiaco, no social; por lo tanto, no se rompe el circulo de la violencia y menos se resuelve la situación, la violencia intrafamiliar sigue creciendo cada día, como lo demuestran las estadísticas. ¡Qué lástima que las buenas experiencias institucionales de atención a los problemas sociales, sean desperdiciadas y más que nada ignoradas!

Así pues, esta como muchas otras experiencias enriquecedoras y formadoras de conciencia social, es ya historia, en lugar de ser presente activo, aportación diaria al capital de crecimiento social y de enriquecimiento colectivo.

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