Irene Garcés Medrano (Especial para Juárez Hoy).- Carla Charlie es una instructora de aeróbics que a causa de las restricciones por el coronavirus que obligan al aislamiento social a sesenta millones de italianos, decidió apropiarse de los instrumentos que ofrece la tecnología para no interrumpir el contacto con sus alumnos.
A través de la apertura de un canal en You Tube que lleva su nombre, Carla Charlie y de su página Facebook, de lunes a viernes a las 10:30 a.m. (hora italiana), transmite en directo lecciones de gimnasia desde su habitación a 20 kilómetros del mar, en un recodo de pintorescas casas en piedra, a orillas del río Vara. Es un sitio tranquilo, rodeado de montañas y bosques, en los que crecen frondosos pinos, abetos, árboles de castañuelas y acacias, llamado la Macchia.
Nacida de un matrimonio mixto entre una italiana piamontesa y un argentino de Buenos Aires, Carla recuerda su infancia como una variada mezcla de culturas que se encuentran y se unen hasta aflorar en la edad adulta en pequeños gestos, hábitos que hoy no la sorprenden porque sabe que son el producto de esa mezcla, como esa atracción por el dulce de leche, al que no puede renunciar.
Cuando le expliqué que el “dulce de leche” argentino en Colombia se llama arequipe si se prepara en Bogotá y cuando llega al Valle del Cauca se trata del “manjarblanco” y se vende en totumas de calabaza, Carla, con gran entusiasmo me propuso preparar la versión italiana del exquisito dulce navideño.
Carla creció y estudió en Italia. Le encanta el español, lengua paterna que hoy le permite descifrar las letras de las canciones que amenizan las clases a las que se entrega, da instrucciones, suda, sonríe mientras transborda con energía y entusiasmo contagioso. Empezó con su primer diploma de instructora de pesas y a partir de allí prosiguió estudios y especializaciones en Pilates, Zumba, Totalbody, Step, Feet Box y Gimnasia Postural con tanta pasión por lo que hace y, en especial, por la música latinoamericana que canta en voz alta mientras baila a la perfección.
IG. Cómo está viviendo la Pandemia del Codiv19?
CCH. La emergencia del coronavirus no la estoy sintiendo, porque aquí en la Macchia la vida sigue igual. Es todo muy tranquilo, hay cosas que hacer afuera, hay que llevarle de comer a las gallinas, cortar la leña y seguir con los quehaceres de casa. Con la cuarentena en algunos supermercados no se encuentra la levadura para preparar nuestro pan, entonces, me dediqué a experimentar una levadura madre y así, hasta he encontrado la posibilidad de hacer cosas nuevas. Claramente, no estoy yendo al trabajo, estoy más tiempo en casa y puedo dedicarme aún más, a todas estas cosas.
IG. ¿Ha tenido miedo de las consecuencias de esta pandemia?
CCH. No siento miedo, noto que las personas están muy angustiadas, casi aterrorizadas, pero se me ocurre pensar que es porque miran demasiada televisión, algo que yo no estoy acostumbrada a hacer. No soy una fanática de telenoticieros, prefiero mirar una película, así, cuando tengo el tiempo, me distraigo un poco, pero no me dejo abrumar por los reportajes. También porque vivo convencida que los periodistas tienen la necesidad de escribir noticias, aunque las cosas no son tan graves. Es claro que es más fácil narrar noticias cuando las cosas parecen gravísimas. Con esto, no quiero decir que el Coronavirus no sea menos grave, digo simplemente que si cada uno asume su propia responsabilidad y sigue las reglas, no hay porqué tener miedo.
IG. ¿Qué es lo que más le preocupa?
CCH. Sinceramente nada, porque los recursos esenciales no faltan. Tampoco se habla de posible escasez de alimentos que podría ser la preocupación más grave de todas. Puede ser que más adelante esta situación genere una crisis financiera, pero todo ello dependerá de la gestión política de parte de quien está administrando la emergencia.
IG. Describa una jornada de cuarentena.
CCH. Mis jornadas son exactamente igual que antes, porque en la Macchia, tratándose de un lugar pequeño, las labores son siempre las mismas: me despierto en la mañana, doy de comer a los perros, abro la puerta para que salgan, doy una vuelta por la cocina, planeo el almuerzo, me dedico a hacer cosas en el jardín, cuido las plantas, luego preparo el almuerzo, a veces sola, a veces para dos, porque Tiziano, mi compañero, quien va a trabajar en este periodo, viene a almorzar. Juego con los perros, me ocupo de adiestrar a la más pequeña, es importante porque está en una edad, en la que asimila más el aprendizaje y si no aprovecho, dentro de unos meses crecerá y será muy difícil educarla. Lo único que ha cambiado es el hecho de no poder ir fuera, a otro sitio, pero sabes, cuando una está bien en su propia casa, no le hace falta el hecho de ir afuera.
IG. ¿Cómo surgió la idea de las lecciones de gimnasia a través de internet?
CCH. La idea de las clases de gimnasia a través de la red surgió de la necesidad de no abandonar a mis alumnas, me daba cuenta de que era importante mantener una cita, un hábito que para ellas más que tonificar el cuerpo, es un momento de distracción, importante a nivel emotivo y mental. Igual para mí, porque es mi trabajo, mi pasión. Algo que nació de un pasatiempo, de la necesidad de entrenarme yo misma, y de allí se volvió un entrenar a otros.
IG. ¿Qué dificultades se le presentaron en este proyecto virtual?
CCH. Las dificultades técnicas son dadas fundamentalmente por el mal tiempo atmosférico, pues si llueve fuerte podría saltar la energía eléctrica y la conexión. Por lo demás, la sensación que estoy viviendo es que la emergencia por la pandemia, nos ha acercado mucho más. Porque cuando se piensa de encontrar las personas en cualquier momento, en realidad no lo notamos. En el momento en que hay un límite, entonces, se vuelve importante. Paradójicamente hoy me estoy comunicando con muchas más personas que antes. Tengo una tía en Argentina que cada día sigue mis clases vía web.
IG. ¿Dónde está la fuerza de una buena instructora?
CCH. Tengo 40 años y me dedico a esto desde el 2004. La ventaja de saber tantas disciplinas y poder mezclarlas, me permite dar respuestas a las exigencias de mis alumnos. Sobre todo, porque me ocupo del cuidado de las personas y es importante poder hacerlo a 360°. Además, el hecho de haber practicado por tantos años la meditación, la introspección, me ayuda también a entender el impacto psicológico que puede tener en cada individuo en la propia estructura física. Porque tantas veces una mala postura, es debida a un desequilibrio más que todo psicológico y emotivo.
IG. Primero me hablaba de Jodorowsky, ¿lo conoce?
CCH. Sí, soy una lectora apasionada de Alejandro Jodorowsky (escritor, director de cine, filósofo) porque se ocupa del ser humano en un modo irreverente. Él no te cura, no te hace razonar con mimos y atenciones, sino que te golpea con la verdad en la cara, y eso, en mi opinión, es lo que al final funciona.
IG. ¿Qué piensa que dejará esta Pandemia?
CCH. No lo sé, porque sinceramente veo que las personas se están dejando dominar por el miedo y no logran ir más allá del miedo. No logran entender cuál es el lado positivo de todo esto. En el momento en que nos detenemos y miramos todo lo que está pasando ante nuestros ojos; el hecho de que la naturaleza se esté revitalizando, que las relaciones entre las personas estén mejorando, que ahora sea todo completamente diferente, es una ocasión, una grandísima oportunidad de cambiar puntos de vista y cambiar también nuestras expectativas frente a las cosas que buscamos, las cosas por las que nos impacientamos tanto; las famosas 40 horas semanales de trabajo por una gran cantidad de años para después gozarse la vida cuando ya eres demasiado viejo para poder hacerlo. En este momento, si dejáramos de lamentarnos por estar encerrados en casa con miedo de aburrirnos y empezáramos a aprovechar la ocasión para hacer todas esas cosas para las que nunca tenemos tiempo, entonces sí, habremos entendido el mensaje escondido dentro de esta pandemia.