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Asesinato de líder indígena en México reabre herida de masacre histórica

MÉXICO— El asesinato del líder indígena Simón Pedro Pérez López, líder de la comunidad Las Abejas de Acteal, cometido el 5 de julio, reabrió la herida de la masacre histórica de 45 mujeres y niños perpetrada por paramilitares en diciembre de 1997 en una ermita de ese poblado de la región montañosa de Chiapas, sur de México.

“El asesinato del compañero Simón Pedro, es trágico y muy delicado, porque él hacía un valioso trabajo muy activo, informando y organizando a las comunidades indígenas de Los Altos de Chiapas, para exigir al Estado protección a la vida y seguridad en sus territorios ante la violencia que ha empeorado”, dijo a Sputnik en entrevista Rubén Moreno del Centro de Derechos Humanos ‘Fray Bartolomé de las Casas’.

El dirigente conocido entre las comunidades católicas por su nombre de pila, Simón Pedro, de unos 30 años y padre cuatro niños, fue asesinado con un solo balazo, disparado desde una motocicleta en movimiento, cuando la víctima caminaba con uno de sus hijos a hacer las compras del mercado del poblado de Simojovel, de donde era originario.

El coordinador del Sistematización e Incidencia de ese organismo cristiano, fundado en 1987 por el mítico obispo de la ciudad de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz (1924-2011), afirma que el dirigente era factor clave en la lucha contra la violencia que sufren las empobrecidas comunidades originarias del sureste.

“Repudiamos la actividad constante del crimen que impera e intimida en Los Altos de Chiapas, que cegó la vida de un compañero querido, quien durante más de una década luchó con mucho amor y dedicación para que su comunidad masacrada de Las Abejas de Acteal cumpliera su derecho a la verdad, la justicia, y la memoria digna”, expresó el dirigente humanitario.

La comunidad cristiana masacrada hace dos décadas cuando huía de la violencia paramilitar, refugiada indefensa en una ermita, fue formada en 1992 para luchar por su autonomía y por justicia desde que fue masacrada hace 24 años.

El Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el 3 de septiembre del año pasado la responsabilidad del Estado mexicano de la masacre. En una ceremonia, el responsable federal de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, expresó: “asumo la responsabilidad del Estado y ofrezco una disculpa por este suceso doloso, expresión de un Estado anquilosado y ajeno a los derechos e intereses de la comunidad, que pretendió ocultar esta tragedia, alternado incluso la escena del crimen para criminalizar a las propias víctimas”. Esa misma comunidad de gente humilde en un rincón montañoso y remoto está de duelo de nuevo.

Terror interminable

La situación es más grave porque “el crimen organizado podría estar detrás de ese asesinato”, dice Moreno, quien conoció a la víctima. En la región de Phantelhó, cerca de Acteal, recientemente han recrudecido las agresiones. “Hay desplazamiento forzado por amenazas del crimen organizado, es una situación delicada”, advierte.

Sobre la disculpa pública ofrecida por el Estado mexicano a la comunidad de Las Abejas, “Simón Pedro pensaba que fue incompleta, porque todavía hay sobrevivientes de la mascare que no se han adherido al acuerdo de solución amistosa”.

La comunidad actual que heredó aquella lucha trabaja para que se respete la recomendación de fondo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). El organismo plantea “que el Estado mexicano sea responsabilizado por la matanza, que es algo muy diferente a una solución amistosa”.

¿Quién fue Simón Pedro?

Simón Pedro fue un joven muy activo que asumió hace más de una década la herencia de una humilde comunidad católica luchadora y castigada, hasta llegar a presidir Las Abejas.

“Trabajaba animando a las familias para que se documente la violencia y la impunidad, exigiendo al Estado mexicano que proteja la vida de todas las comunidades indígenas”, relata el defensor.

En toda la región de Los Altos viven decenas de miles de indígenas en remotas comunidades montañosas. La violencia reciente ha castigado a 13 comunidades del municipio Aldama, donde las medidas cautelares urgentes de la CIDH son ignoradas por las autoridades y los perpetradores de la violencia.

“Acompañamos a las comunidades indígenas más vulnerables, que reclaman derechos olvidados”, recuerda Moreno. En esa zona estalló el levantamiento armado en 1994 de rebeldes indígenas zapatistas con el Subcomandante Marcos a la cabeza.

El centro humanitario católico había denunciado “desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, en el marco del conflicto, cometidas en completa impunidad”. Ahora vuelven a vivir amenazas e intimidaciones aquellas comunidades originarias que defienden territorios y autonomías. “Hay casos visibles desde 2018, en los que hemos denunciado agresiones armadas en contra la población cometida por grupos armados”, relata.

El resultado son siete personas asesinadas, decenas heridas, y unos 3.500 pobladores que sufren desplazamiento intermitente, a unos 50 kilómetros de donde fue asesinado Simón Pedro. En lo que va del año 14 líderes indígenas han sido asesinados en todo el país.

Sputnik

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