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Año de celebraciones históricas refuerza estilo personalista de AMLO

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Año de celebraciones históricas refuerza estilo personalista de AMLO

CIUDAD DE MÉXICO— Los ecos del pedido de perdón que México exige a España por la violencia cometida contra pueblos indígenas durante la conquista y evangelización quedan resonando después de varias celebraciones de fechas históricas este año 2021, que reforzaron el estilo personal del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“La discusión entre historiadores y expertos es que el análisis de tres siglos de colonialismo y su herencia van por un sendero diferente a las reivindicaciones del Gobierno; en todo caso, en la academia se habla más sobre el cuestionamiento al Estado mexicano por sus abusos históricos y actuales en la marginación de las poblaciones originarias”, dijo a la Agencia Sputnik el historiador Mario Vázquez Olivera, doctorado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La mirada presidencial

El profesor del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIAL) de la máxima casa nacional de estudios indica que, con respecto a la conquista de México y la caída de Tenochtitlán, capital del imperio mexica, en agosto de 1521, “la narración del Gobierno, está centrada en la exigencia de perdón que el presidente plantea a España con un estilo personalista, ajena a la discusión académica donde ni se habla del tema”.

Formalmente, López Obrador cuenta con un equipo especializado, desde que formó la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, que encabeza en forma honoraria su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller.

Como estudiosa de ese periodo histórico, ella tiene un posgrado en Literatura en la jesuita Universidad Iberoamericana, en la ciudad colonial de Puebla, que obtuvo en 2002 con la investigación “Memoria artificial en la historia verdadera de la conquista de la Nueva España”.

En vez de promover una reflexión con nuevas investigaciones históricas, funcionó este año “una instancia de réplica, dedicada a hacer eco de los planteamientos históricos que surgen de la visión del presidente”, prosigue Vázquez Olivera.

No obstante, ha habido numerosos espacios de discusión y debate académico, en conjunción con instancias de Gobierno y del Congreso, en torno a diversas conmemoraciones coincidentes.

“Existieron espacios de reflexión plural donde historiadores e intelectuales participaron; pero se notó que entre las reflexiones nuevas debatidas entre académicos y el discurso presidencial hay una distancia considerable”, señala el autor, formado en la tradición de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde se enseña la carrera de Historia.

Historia y poder

Vázquez Olivera indica que este fenómeno que separa a los intereses políticos y las rutas de investigación histórica también se presentó en el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), centrado en la conmemoración del bicentenario del “Grito del pueblo de Dolores” en 1810, que desencadenó la lucha independentista.

“Aquel año 2010, la discusión académica también iba en un sentido distinto al del discurso presidencial, la lógica es la misma”, apunta. ¿Cuál es la diferencia hoy?: “En el caso de Calderón, se apoyaba en los insumos del aparato del Estado, en el caso de López Obrador, hay un discurso propio y consistente, se trata de su propio relato, le interesa afianzar su propia interpretación”.

El presidente recurre de manera cotidiana a las referencias históricas, para convencer de que su Gobierno es la “Cuarta Transformación”, del mismo calibre que la Independencia; la Guerra de Reforma liberal que separó la Iglesia del Estado, en el siglo XIX; y la Revolución Mexicana de 1910.

Su objetivo es “comprobar que su movimiento es una continuación de grandes procesos fundacionales de la historia nacional, que apunta a situarse como paradigma del cambio”. En otras palabras, concluye, “la construcción discursiva de López Obrador apunta a situarse a sí mismo como la revivificación de los héroes admirados por el pueblo mexicano”.

En el panteón personal de López Obrador están: los curas Morelos e Hidalgo de los albores de la lucha contra el poder colonial español; el expresidente Benito Juárez (1858-1872); el expresidente Francisco Madero (fusilado en 1913); y el expresidente Lázaro Cárdenas (1934-1940), que nacionalizó el petróleo.

“Su intención es situarse como alguien que trae en sus venas la sangre de los grandes héroes”, puntualiza. ¿Es eso posible? Vázquez Olivera responde: “Por su trayectoria personal y biografía, tiene mayor facilidad que cualquier otro líder mexicano para reivindicarse en ese sentido. La pregunta es si ese discurso tiene eco entre la gente”.

Así se explica que no le interesen nuevos hallazgos que surgen de la fértil y tenaz investigación académica sobre la historia. En cambio, el mandatario parece encantado con las rituales peticiones de perdón de cualquier abuso del pasado en actos públicos y representaciones de batallas con miles de actores, caballos, en eventos multicolores de luz, sonido, juegos pirotécnicos y desfiles militares.

“Le interesa dar continuidad a la misma narrativa nacionalista característica del periodo posterior a la Revolución Mexicana, en ese marco su proyecto y liderazgo personal cobran sentido”, subraya.

El doctor en Historia aclara: “no es porque no le interesen las nuevas lecturas de la matriz mexicana; pero quiere construir su propio perfil, colocarse en la fila de héroes nacionales, cabalgando en la misma gran lectura del régimen que surgió en el siglo XX”.

Sputnik

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