Alejandro Cortés Gonzáez-Báez.- ¡Ah, cómo está cambiando todo! No cabe duda que el 2019 y el 2020 se parecen muy poco. No solo es cambio de calendario. Nuestra realidad es multifactorial y con todas las desventajas que supone enfrentar esta pandemia vamos descubriendo cada día, o mejor dicho redescubriendo, esa capacidad que tiene el ser humano de adaptarse ante circunstancias que han cambiado nuestras rutinas.
Entre tantos miles de los famosos “memes” guardé uno que me parece sobresaliente. En pocas palabras podemos leer: “A mí no me digas que me extrañas, a mí dime a qué hora nos vemos”. Esta sencilla frase nos abre un panorama inmenso, y a la vez, profundo.
Nos mete de lleno en dos niveles de relación humana, claramente distintos. El primero, es el de las frases hechas, políticamente correctas, y el segundo, el de un tipo de relación fundamentada en una sincera y operativa amistad o amor auténtico.
Nuestro sistema de vida tiene muy poco que ver con el que teníamos hace 50 años, y por supuesto con lo que vivieron nuestros antepasados en los siglos anteriores. Tal parece que nos hemos acostumbrado a vivir dentro de una película del futuro llevando el teléfono en el bolsillo con una cámara que nos permite ver, en tiempo real, a nuestros interlocutores. Sin duda alguna, debemos estar muy agradecidos con todos estos avances que nos facilitan tantas cosas.
Ahora bien, el mensaje de este “meme” sigue y seguirá siendo válido, pues en el fondo, la presencia física es insustituible. Ver, sentir, tocar y hasta oler a alguien no podemos conseguirlo a través de las pantallas.
En el otro “meme” leo: “Somos lo que dejamos en el corazón de las personas”. Se me antoja mandar imprimir y enmarcar estas dos ideas para que me pueda recordar que no todo amigo es un amigo Y que no cualquier “te quiero” tiene la capacidad de llenar el corazón.
Me da miedo que a los niños y a los jóvenes les cueste tanto trabajo valorar el amor de calidad y que, acostumbrados a recibir todo tipo de atenciones, sean incapaces de agradecer la única verdad que enaltece al ser humano como lo hace el amor.
Muchos han abaratado el amor en la familia, en el matrimonio, en el noviazgo y en la amistad. No perdamos de vista que la amistad auténtica es un tipo de amor que puede ser de gran calidad.
Me cuesta trabajo entender que algunas personas no se atrevan a salir de un chat por miedo a que los critiquen, cuando son conscientes de que no les reporta ningún beneficio recibir imágenes inconvenientes, comentarios negativos y tóxicos que suben sus “supuestos amigos”.
Sabemos que el amor busca el bien del ser amado, y este principio suele ser traicionado en las redes sociales todos los días. La amistad sin respeto no es tal. Y muchos confunden la confianza y el buen humor con la chabacanería.
El humor corriente, de baja calidad, presenta una distorsión de la sana convivencia. Quizá convenga usar cubrebocas, mascarillas y demás equipo protector, o simplemente salir de esos espacios contaminados.
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